Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot
Presentan
LOLICON PANIC
Historia: Alan Espinosa M. / Laura Mascot
Ilustración: Laura Mascot
"El secuestro, abuso, y
homicidio de menores va en aumento, las alarmantes estadísticas han desatado
una verdadera pandemia en la ciudad. Son días caóticos, en medio de lo que
ahora los expertos han dado en llamar La Generación del Pánico Moral”.
Decía el titular del periódico virtual con más
prestigio del estado.
De mi trabajo no tengo queja, implica ciertos riesgos
pero a cambio gozo de prestaciones envidiables, el reconocimiento que he
logrado me permite tener acceso a la
base de datos del Corporativo sin restricciones; pero sinceramente, mí máxima,
es salir a las calles, y caminar entre la
gente, portando la sofisticada y ligera armadura, blanca, negra y gris, de metal cromado,
es mi orgullo.
Tengo 23 años de edad, soy la Oficial Cybele, del
Corporativo de Criminalística más importante de la Megalópolis.
Acaban de asignarme el proceso “Lolita Complex”. Las
indicaciones que recibo son muy concretas:
“Arrestar o eliminar a todos los
posibles implicados en la producción de material erótico que involucre la
participación de menores de edad reales o ficticios.”
Indicaciones que hacen las veces de “Nuevo Proceso Penal
Acusatorio”, a través de un “Programa Preventivo”, cuyo fin es invalidar al
delincuente en potencia.
Acepté el caso sólo porque se verá muy bien en mi
historial, “El prestigio y la imagen antes que todo”, así me lo han enseñado y
yo simplemente sigo las instrucciones de los más adelantados. Delincuentes
consumados o primerizos no importan tanto para mí, sino la satisfacción de ser
yo quien los haga pagar.
Durante mis años como estudiante de Criminalística,
uno de los catedráticos hizo notar que tan sólo de 1929 a 1958, y sin contar
los casos no denunciados, o en los que jamás se dio con el paradero de los
culpables; por delitos como violación, pederastia o exhibicionismo, miles de
hombres recibieron sentencia.
Problemática social que llevó a E.U.A. y algunos
países de Europa a la aplicación de medidas radicales, y vaya que si lo eran:
Condena por agresión sexual: Castración Quirúrgica o
Castración Química.
Después se comprobaría que los violadores sometidos a castración
quirúrgica, continuaron con sus prácticas e incluso se volvieron más activos; y
que los sometidos a tratamiento médico, con
lo que se esperaba inhibir su actividad sexual, reincidían al poco tiempo, por
la sencilla razón de que la castración química no es irreversible.
Conclusión…la mayoría de estos países abandonó tales
medidas, por ineficaces…
Ahora, estoy dedicada a recabar los primeros informes
de Lolita Complex, y como es costumbre
cuando me delegan otro juicio; trabajé en casa hasta muy entrada la noche. Valió
la pena, porque encontré datos nada despreciables.
La palabra “Lolita”, se relaciona con una novela del
mismo nombre escrita a mediados de los años 50s del siglo pasado, por el estadounidense
Vladimir Nabokov. En esta novela se plantea la relación entre un hombre maduro
y una chica preadolescente.
En el juego narrativo del libro, el lector no tiene claro
si la chica intenta seducir al hombre, o es el hombre quien cree ser seducido
por la chica.
La magnitud del impacto causado por la adaptación cinematográfica
de Lolita, es la razón por la que desde entonces, en algunos países, llaman “Lolita”
a una menor sexualmente activa.
A la mañana siguiente de haber tomado las riendas de
mi último proceso, después de mí rutina de ejercicios físicos y la degustación
de mí acostumbrada ensalada de frutas, café capuchino y galletas de avena,
enfilé hacía la Central de Datos de la Corporación, me urgía llegar lo antes
posible, y como el coche levitante que me habían asignado, me era latoso de
maniobrar, opté por mí preferido, el “Equipo Individual Cosmonáutico”.
El Individual Cosmonáutico es un transportador al que
la mayoría de los oficiales evita por implicarles “llevar un estricto control de peso y elasticidad corporal”,
leyenda incluida en el embalaje de todos los equipos que hace dos años
distribuyó la Corporación. El consumo excesivo de rosquillas y hamburguesas
dobles ha llevado al taller o al cementerio de máquinas a un alto porcentaje de
ellos. No es por presunción, pero el mío es de los pocos sobrevivientes.
Tan pronto llegué a la Central, descargué toda la
información relacionada, incluso me tomé
la insolencia de rivalizar con el Doctor Frankestein, perdón por el mal chiste,
pero como volví a la vida tres o cuatro archivos muertos, no se me ocurrió otra
comparativa.
Continuando con el caso, abrí registros con la idea de
analizar los modos de operación y entrar en la sicología de los delincuentes;
si algo disfrutaba de esta parte del trabajo, era demostrarle al culpable mi
total dominio en el delito a perseguir; así que este proceso no fue la
excepción.
En uno de los registros, me encontré con el hallazgo de
cierto tipo de películas en la ciudad de México a principios de la década de
1970. La base de datos decía, que a
partir del descubrimiento, se mantenían como tesoro cultural en las bóvedas del
archivo fílmico más importante de América Latina.
Eran aproximadamente treinta cintas mexicanas de “Cine
Porno Mudo”, mismas que fueron rescatadas del sótano de una vieja sala de
proyecciones, varios mercados de antigüedades, bazares, y algunas de ellas se habían
recibido como aporte anónimo de la colección privada de una familia pudiente.
Las películas fueron rodadas presumiblemente entre los
años de 1920 a 1950.
Cuarenta años después, un reconocido investigador y
crítico de cine declaró que estas cintas
fueron exhibidas en los entonces llamados burdeles, casas de citas, o en
lugares clandestinos donde se ejercía la prostitución a clientela muy selecta.
Señaló concretamente que en el Centro Histórico de la
Ciudad de México existió un sitio camuflado de librería conocido como “La
Tarjeta”, la cual fue uno de los centros de proyección, siendo el público reducido,
y con solvencia económica.
Recién comenzaba, y el caso prometía ser de los más
demandantes. Como las vertientes eran numerosas, decidí seguir el rastro de la primera
con que me topé.
No estaba cien por ciento familiarizada con la frase “Lolita
Complex” sin embargo, azuzada por lo descubierto la noche anterior, tuve la
delicadeza de no ignorar la voz de mi intuición. Y decidida a no soltar la
punta del cabo, busqué en mi memoria la existencia de algún primer encuentro
con el raro calificativo hasta antes de que me asignaran, recordé entonces haber
escuchado el empleo de Lolita Complex más de una vez, como referente a cierto
tipo de evidencia en algunos procesos penales.
Debo agregar a mi informe que un “Anime”, es cualquier
tipo de animación japonesa, hecha para ser transmitida en TV, proyectada en
cine, o exclusivamente para su venta o renta en video. En éste último caso los
aficionados las conocen como “OVAs”.
Y qué además existen también las historietas impresas
ilustradas, y a estas se les denomina “Mangas”.
Dónde encaja todo esto, en que, tanto Mangas como
OVAs, producen el género Lolicon, y lo más importante es, que a sus personajes les
llaman también “Lolitas”.
Ahora vallamos con el término Lolicon, o Rorikon en
japonés, ya que en esta lengua no existe un fonema para la letra “L”. Como decía, Lolicon es la contracción
japonesa de la frase Lolita Complex, entiéndase como “Complejo de Lolita”.
A diferencia de la novela de Nabokov, estas Lolitas
son de tiernos rasgos físicos y de personalidad inocente, no parecen
desagradables a la vista. Si se desconoce el trasfondo de estas historias, fácilmente
podrían pasar como cualquier otro personaje infantil de Manga y Anime.
Pero ya dentro del Lolicon, las protagonistas se ven
involucradas eróticamente en rangos que van desde un típico ambiente doméstico
hasta las más extravagantes fantasías psicodélicas.
Difícil es para mí exentar de sospecha a quienes consumen
tal material, la lógica me indica que lo hacen porque fantasean sexualmente con
infantes.
Según la base de datos de la Corporación, los casos
anteriores de esta índole, se reducían sustancialmente a la posesión y
distribución de material audiovisual impreso o animado, cuyos orígenes podían
rastrearse hasta la primera mitad de la década de los años 80 del siglo XX; es
decir, hace más de sesenta años.
Otro de los informes mencionaba a la actual potencia
mundial, Japón. La isla había sido protagónica de gran polémica en el año de 1989,
cuando se encontraron en la colección privada de un joven de 25 años, Tsutomu
Miyazaki, varios géneros de Manga y Anime, pero los que más llamaron la
atención de las autoridades, fueron los de terror y aquellos de contenido
erótico, porque en estos había material “Lolicon”.
El joven Miyazaki había dado muerte a cuatro niñas de
entre cuatro y siete años de edad, su modus operandi era violentarlas después
del homicidio; fue conocido como “El Asesino de la niña pequeña”, o debido a su
afición por el Manga, “El Asesino Otaku”.
A partir de estos trágicos antecedentes, fue más
difícil la comercialización de material Lolicon en ese país. Simultáneamente,
se aplicó el termino otaku como despectivo, para referirse a quienes gustaban
del consumo de Anime y Mangas, aún cuando no fueran de connotación sexual ni erótica.
Cerca de las tres de la tarde me di por satisfecha, tenía
el conocimiento, cerré los archivos, y me dirigí al comedor de la Institución; usualmente,
son los únicos espacios del día en que me reúno con los demás oficiales.
Después de la comida, segura y confiada salí a las
calles, como de costumbre, dispuesta a hacer cumplir la ley a cualquier precio.
Sí, por fortuna, mi perfil llena cabalmente los
requisitos de un oficial en servicio:
“Cumplir las órdenes al pie de la
letra, hablar poco, estar concentrada, entrar en acción si es necesario.”
Todo un ejemplo a seguir dentro de la Corporación. Si
hay un “Limpiador” que infunda respeto, o temor, en las calles de la ciudad, esa
debo ser yo.
Tras varias semanas de indagatoria, finalmente me
parecía seguir la pista correcta, una de las antiguas zonas marginales de la
ciudad, el “Sector 31”, conjunto de callejuelas mal planificadas y peor
distribuidas pertenecientes a la época anterior a la “Renovación”.
En el Sector 31, aún se aprecia material para construcción
ya en desuso, concreto, ladrillo, hierro; en otras palabras, el lugar se aleja
por completo del resto de la ciudad, tal pareciera que ha caído en una fisura
temporal que le impide avanzar junto a las vertiginosas actualizaciones.
Con todo y su marginación, era ahí donde se encontraba
el lugar que me interesaba visitar, una tienda especializada en la venta de
artículos coleccionables, discos, revistas, disfraces, videos, figuras de
acción, y otras curiosidades.
Antes de que los estándares en la libertad de
expresión cambiaran de forma precipitada, la tienda había sido uno de los
últimos sitios en proporcionar a su clientela material en géneros como Ciencia
Ficción, Fantasía, Comedia o Drama, pero… del tipo Lolicon.
Apenas entré al establecimiento, no pude evitar
sentirme fuera de lugar ante la cantidad de cosas ahí ofrecidas.
Al fondo del local, muy cerca del mostrador, una
chica, de cabello color verde óxido, acomodaba parte de los artículos, mientras
tarareaba, y comía una hamburguesa.
Su peculiar forma de vestir, de tendencia “Junior
Idol”, y su esbelta figura la hacían bastante llamativa a la vista.
-¿Le puedo ayudar en algo Oficial?-preguntó al verme,
deteniendo su actividad y dejando su alimento.
-Eso espero…-respondí yo.
-Usted dirá-.
-Busco material erótico, y me dijeron que aquí podía
encontrarlo-.
-¿Inspección de rutina supongo?-.
-Podría decirse-.
-Claro-dijo la chica-Si es tan amable, por aquí de
favor-.
La joven abrió una de las puertas anexas del local,
precisamente aquella que tenía una leyenda de “Sólo Adultos”.
Entramos en una sala llena de material erótico;
posters, mangas, películas, juguetes, deambulé por la estancia, recorriendo escrutadoramente
con la mirada una y otra vez el sitio.
-¿Algún problema?-preguntó la joven tratando de
disimular su nerviosismo.
-No, todo en orden-respondí, y salí de la habitación.
Me detuve cerca del mostrador.
-Buscaba algo un poco menos común-mencioné.
-¿Menos común?-preguntó ella.
-Sí; Lolicon- contesté, mirándola fijamente.
-Somos un negocio legal, le aseguro que no tenemos
nada parecido Oficial Cybele-dijo la chica después de leer el nombre en mi
placa, intentando hacer confianza.
-Pero lo han tenido-contesté.
-Bueno…sí…hace tiempo, antes de que las nuevas leyes
de censura entraran en vigor, pero ahora es diferente, hay un estricto control
con la mercancía que ofrecemos; y…yo no quiero problemas-.
-Sé que no; por eso vamos a hablar-.
-¿Hablar?-.
-Sí, me interesa conocer un poco más al respecto-.
-Un buen vendedor no pone en evidencia a sus clientes-dijo
la chica y al hacerlo, respiró y exhaló profundo.
-Digamos que sólo quiero tener una idea más clara de
cómo se mueven este tipo de ambientes; el primer paso para una buena operación,
es comprender qué está pasando, no es nada personal-agregué.
-Si puedo decir algo-intervino la chica-Conozco y
entiendo los motivos que hacen controversial al género, pero creo que algunos
detalles…bien podrían ser “revalorados”…algunos detalles-.
-¿Qué clase de “detalles”?-.
-Quizás no lo sepa, pero varios de los autores más “completos”
del género…han sido mujeres, y contrario a lo que se dice en los medios de
comunicación, el público consumidor de estas historias es bastante homogéneo-.
-Continúa-.
-Bueno, yo no soy ninguna experta en sicología ni nada
por el estilo, pero creo que muy en el fondo, es uno de los géneros que más se
aproxima a la realidad, porque plantea el descubrimiento de la propia
sexualidad desde una perspectiva diferente a la habitual, sin falsas y dudosas
morales, digamos…sin esa fría e insípida perspectiva científica, o sin un
sentimiento de culpabilidad de por medio. Las personas no siempre son cien por
ciento sinceras con otras personas, ni siquiera con los “Expertos”, pero si
pueden serlo con una hoja de papel-.
-¿Tú consumes estas historias?-.
-Bueno, no soy “fanática” si a eso se refiere, pero
mentiría si dijera que yo no he visto o leído este tipo de ficción, una de mis
obligaciones como proveedora es saber qué es lo que vendo; y hablando como propietaria
de un negocio, debo asegurarme de que el dinero entre, poner al alcance de mis
clientes lo que ellos esperan y buscan. En este mundo tienes que ganarte la
vida de algún modo, si quieres que le gente te vea con un poco de respeto-.
-Creo que nos estamos desviando del tema-le dije.
-Sí tiene razón; como sea, sería un poco absurdo
tratar de negar nuestra propia sexualidad, ¿no le parece?, nacemos con ella,
está presente en cada momento de nuestra vida, nos guste o no. Aunque a mí, me
gusta pensar que al menos podemos tratar de entenderla…las cosas están ahí,
puedes tomarlas o dejarlas… ¡eso es todo oficial!, creo que ya dije demasiado,
ahora si me disculpa, debo continuar con lo mío-.
La joven caminó hasta lo que quedaba de su hamburguesa,
la depositó en el contenedor, tomó una franela,
y con ella limpió lo mejor que pudo el mueble, luego me miró. El mensaje era
claro, pretendía decirme que ella estaba limpia.
Salí pensando en sus últimas palabras…
“Las cosas están ahí, puedes
tomarlas o dejarlas…nuestra sexualidad está presente en cada momento de nuestra
vida, podemos tratar de entenderla.”
Y yo le daba la razón…pero… ¿que había de la
sexualidad de los demás?, y en casos concretos, ¿cómo entender la sexualidad de
los individuos que la ejercen mediante la violencia, y eligiendo para tal propósito
a menores?
Subí al Transportador Cosmonaútico, y enfilé rumbo a
la Corporación; poco a poco dejé atrás al viejo Sector 31, realmente era
patético si lo comparaba con las modernas e impresionantes construcciones. Sobre
todo con los anuncios espectaculares, que haciendo honor a su nombre, se
encontraban levitando de manera estacionaria a diez o doce metros sobre
jardines, parques e importantes avenidas.
Circundé varios sin prestarles importancia, pero reparé
en uno de ellos por sus colores vivos y brillantes. En el centro, tenía la
imagen real de varias niñas luciendo un maquillaje perfecto, y ropa ceñida al
pequeño cuerpo; las niñas posaban como profesionales, y avanzaban sobre una
pasarela.
La leyenda de marketing decía:
Estuche “Mi belleza”, sólo
para pequeñas mujercitas, incluye barnices, maquillaje, zapatillas de tacón
alto y perfume. En la compra de dos estuches lleva gratis un busto sintético, y
el instructivo para que realices tu propio certamen de belleza.
Di varias vueltas al espectacular; imposible negar que
habíamos avanzado tecnológicamente, y por mucho en los últimos 46 años del tercer
milenio.
Como prueba indiscutible, la forma en que a diario
patrullaba la ciudad. Los aditamentos y funciones del equipo que portaba eran
de vanguardia, no obstante…continuábamos siendo primitivos…
En todo este enredo social, ¿cuál era el proceso penal
a perseguir, y quiénes los culpables?
La orden había sido textualmente:
“Arrestar o eliminar a todos los
posibles implicados en la producción de material erótico que involucre la
participación de menores de edad reales o ficticios.”
¿Acaso tendrían capacidad las “Prisiones de Alta
Seguridad”?
Hace casi un año que fui canalizada a esta línea de
investigación, y siempre hay nuevos casos a resolver. El fenómeno jamás discrimina
profesión, género, posición social, raza o credo.
Me pregunto…si algún día la especie por fin descubrirá,
que de entre todas las criaturas sexuadas, es la única racional en este mundo.
FIN
LOLICON PANIC, 2016.
Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot.