viernes, 27 de mayo de 2016

Lolicon Panic (Relato Policíaco de Ciencia Ficción)




Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot
Presentan


LOLICON  PANIC





Historia: Alan Espinosa M. / Laura Mascot

Ilustración: Laura Mascot






"El secuestro, abuso, y homicidio de menores va en aumento, las alarmantes estadísticas han desatado una verdadera pandemia en la ciudad. Son días caóticos, en medio de lo que ahora los expertos han dado en llamar La Generación del Pánico Moral”.

Decía el titular del periódico virtual con más prestigio del estado.





De mi trabajo no tengo queja, implica ciertos riesgos pero a cambio gozo de prestaciones envidiables, el reconocimiento que he logrado me permite tener  acceso a la base de datos del Corporativo sin restricciones; pero sinceramente, mí máxima, es salir a las calles, y caminar entre la gente, portando la sofisticada y ligera armadura, blanca, negra y gris, de metal cromado, es mi orgullo.

Tengo 23 años de edad, soy la Oficial Cybele, del Corporativo de Criminalística más importante de la Megalópolis.

Acaban de asignarme el proceso “Lolita Complex”. Las indicaciones que recibo son muy concretas:

“Arrestar o eliminar a todos los posibles implicados en la producción de material erótico que involucre la participación de menores de edad reales o ficticios.”

Indicaciones que hacen las veces de “Nuevo Proceso Penal Acusatorio”, a través de un “Programa Preventivo”, cuyo fin es invalidar al delincuente en potencia. 



Acepté el caso sólo porque se verá muy bien en mi historial, “El prestigio y la imagen antes que todo”, así me lo han enseñado y yo simplemente sigo las instrucciones de los más adelantados. Delincuentes consumados o primerizos no importan tanto para mí, sino la satisfacción de ser yo quien los haga pagar. 

Durante mis años como estudiante de Criminalística, uno de los catedráticos hizo notar que tan sólo de 1929 a 1958, y sin contar los casos no denunciados, o en los que jamás se dio con el paradero de los culpables; por delitos como violación, pederastia o exhibicionismo, miles de hombres recibieron sentencia.

Problemática social que llevó a E.U.A. y algunos países de Europa a la aplicación de medidas radicales, y vaya que si lo eran:

Condena por agresión sexual: Castración Quirúrgica o Castración Química.

Después se comprobaría que los violadores sometidos a castración quirúrgica, continuaron con sus prácticas e incluso se volvieron más activos; y que los  sometidos a tratamiento médico, con lo que se esperaba inhibir su actividad sexual, reincidían al poco tiempo, por la sencilla razón de que la castración química no es irreversible.

Conclusión…la mayoría de estos países abandonó tales medidas, por ineficaces…



Ahora, estoy dedicada a recabar los primeros informes de Lolita Complex, y como es  costumbre cuando me delegan otro juicio; trabajé en casa hasta muy entrada la noche. Valió la pena, porque encontré datos nada despreciables.

La palabra “Lolita”, se relaciona con una novela del mismo nombre escrita a mediados de los años 50s del siglo pasado, por el estadounidense Vladimir Nabokov. En esta novela se plantea la relación entre un hombre maduro y una chica preadolescente.

En el juego narrativo del libro, el lector no tiene claro si la chica intenta seducir al hombre, o es el hombre quien cree ser seducido por la chica.

La magnitud del impacto causado por la adaptación cinematográfica de Lolita, es la razón por la que desde entonces, en algunos países, llaman “Lolita” a una menor sexualmente activa.



A la mañana siguiente de haber tomado las riendas de mi último proceso, después de mí rutina de ejercicios físicos y la degustación de mí acostumbrada ensalada de frutas, café capuchino y galletas de avena, enfilé hacía la Central de Datos de la Corporación, me urgía llegar lo antes posible, y como el coche levitante que me habían asignado, me era latoso de maniobrar, opté por mí preferido, el “Equipo Individual Cosmonáutico”.

El Individual Cosmonáutico es un transportador al que la mayoría de los oficiales evita por implicarles “llevar un estricto control de peso y elasticidad corporal”, leyenda incluida en el embalaje de todos los equipos que hace dos años distribuyó la Corporación. El consumo excesivo de rosquillas y hamburguesas dobles ha llevado al taller o al cementerio de máquinas a un alto porcentaje de ellos. No es por presunción, pero el mío es de los pocos sobrevivientes.

Tan pronto llegué a la Central, descargué toda la información relacionada,  incluso me tomé la insolencia de rivalizar con el Doctor Frankestein, perdón por el mal chiste, pero como volví a la vida tres o cuatro archivos muertos, no se me ocurrió otra comparativa.


Continuando con el caso, abrí registros con la idea de analizar los modos de operación y entrar en la sicología de los delincuentes; si algo disfrutaba de esta parte del trabajo, era demostrarle al culpable mi total dominio en el delito a perseguir; así que este proceso no fue la excepción.

En uno de los registros, me encontré con el hallazgo de cierto tipo de películas en la ciudad de México a principios de la década de 1970. La base de datos decía, que  a partir del descubrimiento, se mantenían como tesoro cultural en las bóvedas del archivo fílmico más importante de América Latina.

Eran aproximadamente treinta cintas mexicanas de “Cine Porno Mudo”, mismas que fueron rescatadas del sótano de una vieja sala de proyecciones, varios mercados de antigüedades, bazares, y algunas de ellas se habían recibido como aporte anónimo de la colección privada de una familia pudiente.

Las películas fueron rodadas presumiblemente entre los años de 1920 a 1950.

Cuarenta años después, un reconocido investigador y crítico de cine declaró que  estas cintas fueron exhibidas en los entonces llamados burdeles, casas de citas, o en lugares clandestinos donde se ejercía la prostitución a clientela muy selecta.

Señaló concretamente que en el Centro Histórico de la Ciudad de México existió un sitio camuflado de librería conocido como “La Tarjeta”, la cual fue uno de los centros de proyección, siendo el público reducido, y con solvencia económica.


Recién comenzaba, y el caso prometía ser de los más demandantes. Como las vertientes eran numerosas, decidí seguir el rastro de la primera con que me topé.

No estaba cien por ciento familiarizada con la frase “Lolita Complex” sin embargo, azuzada por lo descubierto la noche anterior, tuve la delicadeza de no ignorar la voz de mi intuición. Y decidida a no soltar la punta del cabo, busqué en mi memoria la existencia de algún primer encuentro con el raro calificativo hasta antes de que me asignaran, recordé entonces haber escuchado el empleo de Lolita Complex más de una vez, como referente a cierto tipo de evidencia en algunos procesos penales.


Debo agregar a mi informe que un “Anime”, es cualquier tipo de animación japonesa, hecha para ser transmitida en TV, proyectada en cine, o exclusivamente para su venta o renta en video. En éste último caso los aficionados las conocen como “OVAs”.

Y qué además existen también las historietas impresas ilustradas, y a estas se les denomina “Mangas”.

Dónde encaja todo esto, en que, tanto Mangas como OVAs, producen el género Lolicon, y lo más importante es, que a sus personajes les llaman también “Lolitas”.


Ahora vallamos con el término Lolicon, o Rorikon en japonés, ya que en esta lengua no existe un fonema para la letra “L”.  Como decía, Lolicon es la contracción japonesa de la frase Lolita Complex, entiéndase como “Complejo de Lolita”.

A diferencia de la novela de Nabokov, estas Lolitas son de tiernos rasgos físicos y de personalidad inocente, no parecen desagradables a la vista. Si se desconoce el trasfondo de estas historias, fácilmente podrían pasar como cualquier otro personaje infantil de Manga y Anime.

Pero ya dentro del Lolicon, las protagonistas se ven involucradas eróticamente en rangos que van desde un típico ambiente doméstico hasta las más extravagantes fantasías psicodélicas.

Difícil es para mí exentar de sospecha a quienes consumen tal material, la lógica me indica que lo hacen porque fantasean sexualmente con infantes.


Según la base de datos de la Corporación, los casos anteriores de esta índole, se reducían sustancialmente a la posesión y distribución de material audiovisual impreso o animado, cuyos orígenes podían rastrearse hasta la primera mitad de la década de los años 80 del siglo XX; es decir, hace más de sesenta años.

Otro de los informes mencionaba a la actual potencia mundial, Japón. La isla había sido protagónica de gran polémica en el año de 1989, cuando se encontraron en la colección privada de un joven de 25 años, Tsutomu Miyazaki, varios géneros de Manga y Anime, pero los que más llamaron la atención de las autoridades, fueron los de terror y aquellos de contenido erótico, porque en estos había material “Lolicon”.

El joven Miyazaki había dado muerte a cuatro niñas de entre cuatro y siete años de edad, su modus operandi era violentarlas después del homicidio; fue conocido como “El Asesino de la niña pequeña”, o debido a su afición por el Manga, “El Asesino Otaku”.

A partir de estos trágicos antecedentes, fue más difícil la comercialización de material Lolicon en ese país. Simultáneamente, se aplicó el termino otaku como despectivo, para referirse a quienes gustaban del consumo de Anime y Mangas, aún cuando no fueran de connotación sexual ni erótica.



Cerca de las tres de la tarde me di por satisfecha, tenía el conocimiento, cerré los archivos, y me dirigí al comedor de la Institución; usualmente, son los únicos espacios del día en que me reúno con los demás oficiales.

Después de la comida, segura y confiada salí a las calles, como de costumbre, dispuesta a hacer cumplir la ley a cualquier precio.

Sí, por fortuna, mi perfil llena cabalmente los requisitos de un oficial en servicio:

“Cumplir las órdenes al pie de la letra, hablar poco, estar concentrada, entrar en acción si es necesario.”

Todo un ejemplo a seguir dentro de la Corporación. Si hay un “Limpiador” que infunda respeto, o temor, en las calles de la ciudad, esa debo ser yo.





Tras varias semanas de indagatoria, finalmente me parecía seguir la pista correcta, una de las antiguas zonas marginales de la ciudad, el “Sector 31”, conjunto de callejuelas mal planificadas y peor distribuidas pertenecientes a la época anterior a la “Renovación”.

En el Sector 31, aún se aprecia material para construcción ya en desuso, concreto, ladrillo, hierro; en otras palabras, el lugar se aleja por completo del resto de la ciudad, tal pareciera que ha caído en una fisura temporal que le impide avanzar junto a las vertiginosas actualizaciones.

Con todo y su marginación, era ahí donde se encontraba el lugar que me interesaba visitar, una tienda especializada en la venta de artículos coleccionables, discos, revistas, disfraces, videos, figuras de acción, y otras curiosidades.

Antes de que los estándares en la libertad de expresión cambiaran de forma precipitada, la tienda había sido uno de los últimos sitios en proporcionar a su clientela material en géneros como Ciencia Ficción, Fantasía, Comedia o Drama, pero… del tipo Lolicon.


Apenas entré al establecimiento, no pude evitar sentirme fuera de lugar ante la cantidad de cosas ahí ofrecidas.

Al fondo del local, muy cerca del mostrador, una chica, de cabello color verde óxido, acomodaba parte de los artículos, mientras tarareaba, y comía una hamburguesa.

Su peculiar forma de vestir, de tendencia “Junior Idol”, y su esbelta figura la hacían bastante llamativa a la vista.

-¿Le puedo ayudar en algo Oficial?-preguntó al verme, deteniendo su actividad y dejando su alimento.
-Eso espero…-respondí yo.
-Usted dirá-.
-Busco material erótico, y me dijeron que aquí podía encontrarlo-.
-¿Inspección de rutina supongo?-.
-Podría decirse-.
-Claro-dijo la chica-Si es tan amable, por aquí de favor-.

La joven abrió una de las puertas anexas del local, precisamente aquella que tenía una leyenda de “Sólo Adultos”.

Entramos en una sala llena de material erótico; posters, mangas, películas, juguetes, deambulé por la estancia, recorriendo escrutadoramente con la mirada una y otra vez el sitio.

-¿Algún problema?-preguntó la joven tratando de disimular su nerviosismo.
-No, todo en orden-respondí, y salí de la habitación.

Me detuve cerca del mostrador.

-Buscaba algo un poco menos común-mencioné.
-¿Menos común?-preguntó ella.
-Sí; Lolicon- contesté, mirándola fijamente.
-Somos un negocio legal, le aseguro que no tenemos nada parecido Oficial Cybele-dijo la chica después de leer el nombre en mi placa, intentando hacer confianza.
-Pero lo han tenido-contesté.
-Bueno…sí…hace tiempo, antes de que las nuevas leyes de censura entraran en vigor, pero ahora es diferente, hay un estricto control con la mercancía que ofrecemos; y…yo no quiero problemas-.
-Sé que no; por eso vamos a hablar-.
-¿Hablar?-.
-Sí, me interesa conocer un poco más al respecto-.
-Un buen vendedor no pone en evidencia a sus clientes-dijo la chica y al hacerlo, respiró y exhaló profundo.
-Digamos que sólo quiero tener una idea más clara de cómo se mueven este tipo de ambientes; el primer paso para una buena operación, es comprender qué está pasando, no es nada personal-agregué.
-Si puedo decir algo-intervino la chica-Conozco y entiendo los motivos que hacen controversial al género, pero creo que algunos detalles…bien podrían ser “revalorados”…algunos detalles-.
-¿Qué clase de “detalles”?-.
-Quizás no lo sepa, pero varios de los autores más “completos” del género…han sido mujeres, y contrario a lo que se dice en los medios de comunicación, el público consumidor de estas historias es bastante homogéneo-.
-Continúa-.
-Bueno, yo no soy ninguna experta en sicología ni nada por el estilo, pero creo que muy en el fondo, es uno de los géneros que más se aproxima a la realidad, porque plantea el descubrimiento de la propia sexualidad desde una perspectiva diferente a la habitual, sin falsas y dudosas morales, digamos…sin esa fría e insípida perspectiva científica, o sin un sentimiento de culpabilidad de por medio. Las personas no siempre son cien por ciento sinceras con otras personas, ni siquiera con los “Expertos”, pero si pueden serlo con una hoja de papel-.
-¿Tú consumes estas historias?-.
-Bueno, no soy “fanática” si a eso se refiere, pero mentiría si dijera que yo no he visto o leído este tipo de ficción, una de mis obligaciones como proveedora es saber qué es lo que vendo; y hablando como propietaria de un negocio, debo asegurarme de que el dinero entre, poner al alcance de mis clientes lo que ellos esperan y buscan. En este mundo tienes que ganarte la vida de algún modo, si quieres que le gente te vea con un poco de respeto-.
-Creo que nos estamos desviando del tema-le dije.
-Sí tiene razón; como sea, sería un poco absurdo tratar de negar nuestra propia sexualidad, ¿no le parece?, nacemos con ella, está presente en cada momento de nuestra vida, nos guste o no. Aunque a mí, me gusta pensar que al menos podemos tratar de entenderla…las cosas están ahí, puedes tomarlas o dejarlas… ¡eso es todo oficial!, creo que ya dije demasiado, ahora si me disculpa, debo continuar con lo mío-.

La joven caminó hasta lo que quedaba de su hamburguesa, la depositó en el contenedor,  tomó una franela, y con ella limpió lo mejor que pudo el mueble, luego me miró. El mensaje era claro, pretendía decirme que ella estaba limpia.


Salí pensando en sus últimas palabras…

“Las cosas están ahí, puedes tomarlas o dejarlas…nuestra sexualidad está presente en cada momento de nuestra vida, podemos tratar de entenderla.”

Y yo le daba la razón…pero… ¿que había de la sexualidad de los demás?, y en casos concretos, ¿cómo entender la sexualidad de los individuos que la ejercen mediante la violencia, y eligiendo para tal propósito a menores?


Subí al Transportador Cosmonaútico, y enfilé rumbo a la Corporación; poco a poco dejé atrás al viejo Sector 31, realmente era patético si lo comparaba con las modernas e impresionantes construcciones. Sobre todo con los anuncios espectaculares, que haciendo honor a su nombre, se encontraban levitando de manera estacionaria a diez o doce metros sobre jardines, parques e importantes avenidas.

Circundé varios sin prestarles importancia, pero reparé en uno de ellos por sus colores vivos y brillantes. En el centro, tenía la imagen real de varias niñas luciendo un maquillaje perfecto, y ropa ceñida al pequeño cuerpo; las niñas posaban como profesionales, y avanzaban sobre una pasarela.

La leyenda de marketing decía:

Estuche “Mi belleza”, sólo para pequeñas mujercitas, incluye barnices, maquillaje, zapatillas de tacón alto y perfume. En la compra de dos estuches lleva gratis un busto sintético, y el instructivo para que realices tu propio certamen de belleza.

Di varias vueltas al espectacular; imposible negar que habíamos avanzado tecnológicamente, y por mucho en los últimos 46 años del tercer milenio.

Como prueba indiscutible, la forma en que a diario patrullaba la ciudad. Los aditamentos y funciones del equipo que portaba eran de vanguardia, no obstante…continuábamos siendo primitivos…

En todo este enredo social, ¿cuál era el proceso penal a perseguir,  y quiénes los culpables?

La orden había sido textualmente:

“Arrestar o eliminar a todos los posibles implicados en la producción de material erótico que involucre la participación de menores de edad reales o ficticios.”

¿Acaso tendrían capacidad las “Prisiones de Alta Seguridad”?





Hace casi un año que fui canalizada a esta línea de investigación, y siempre hay nuevos casos a resolver. El fenómeno jamás discrimina profesión, género, posición social, raza o credo.

Me pregunto…si algún día la especie por fin descubrirá, que de entre todas las criaturas sexuadas, es la única racional en este mundo.


FIN


LOLICON PANIC, 2016. Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot.