jueves, 17 de marzo de 2016

Abstracción Binaria - Parte 4/4 (Novela Corta)



Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot
Presentan


ABSTRACCIÓN BINARIA
Cuarta Parte




Historia: Alan Espinosa M. / Laura Mascot

Ilustración: Laura Mascot






17

Mientras iba caminando, me cuestionaba.

-¿Segura que deseas regresar a casa?, piénsalo bien, allí nadie te espera-me dije.
-Algo se podrá hacer-.
-Sí, por supuesto, tirarte en la cama a ver como giran las manecillas del reloj, eso es muy productivo-.
-¿Qué sugieres?-.
-Sentarte en la banca del parador de ese parque, y probar nuevamente tú juego portátil-.

Extraje el sistema de mí mochila y lo activé; había comenzado a ganar experiencia, habilidad en el control del juego, pronto me vi avanzando al segundo nivel; no mucho tiempo después, llegó hasta mis oídos la conversación que sostenían un hombre y su pequeña hija; distraje mí partida mirándolos.

-¿Llegando a casa prepararemos postre de limón, y después me leerás un cuento del libro que me traerá mamá?-preguntó la niña a su padre.
-Eso iba a proponer-respondió él.

La niña y el hombre caminaban hacia uno de los espacios abiertos, ahí el padre se sentó en una banca para dar lectura a un libro, mientras que la niña se entretuvo dando vueltas en su bicicleta; yo regresé a mí juego portátil.

En uno de sus recorridos, la niña estuvo lo suficientemente cerca como para que se fijara en mí, cosa lógica, ya que los sonidos que producía el videojuego simplemente no podían pasar desapercibidos a sus oídos infantiles.

-Hola-dijo ella mientras detenía la bicicleta.
-Hola-contesté yo, sin dejar de observar la pantalla.
-¿Qué estás haciendo?-.
-Juego-respondí yo, intentando poner fin a la conversación.

Mí respuesta no hizo más que aumentar su curiosidad.

-¿Es un juego de video?-preguntó ella; a lo que yo asentí con la cabeza-¿Verdad que las niñas también sabemos jugar?-yo asentí de nuevo-En mí clase hay un niño que dice que las niñas no saben jugar con los juegos de video-.
-¿Ah, sí?-comenté yo.
-¿Qué juego es?-.
-No creo que te guste-dije yo viendo aparecer el mensaje de Game Over en pantalla.

La niña se encogió de hombros y fue a sentarse junto a su padre. 

De pronto, un escalofrío, una terrible sensación helada, se apoderó nuevamente de mí; en seguida vi materializarse al sujeto de negro, junto al padre y su pequeña hija.

El tipo puso el arma sobre la frente del hombre, y con un rápido movimiento tiró del gatillo; la niña con los ojos muy abiertos, permaneció sentada, petrificada por el pánico, mientras la sangre de su padre salpicaba su cara, y manchaba su ropa…


Instintivamente corrí para ponerme a salvo, pero tropecé, con terror volví la mirada para asegurarme de que el asesino no había reparado en mí,  mayor fue mi sorpresa al darme cuenta de que se había desvanecido  nuevamente, igual que la niña y el cuerpo sin vida de su padre.


-Ahora sí necesitas camisa de fuerza-pensé, al tiempo que me levantaba sacudiéndome el polvo-Comienzas a preocuparme amiga; tú afición por los videojuegos es una cosa, pero ser testigo de bestiales asesinatos, es demasiado-.

Un repentino mareo me hizo trastabillar; algo no andaba bien, caminé lo más rápido que pude hacia los baños del centro comercial. El lugar se encontraba vacío, con el agua del lavamanos mojé mi cara y cabeza. Gotas de sangre cayeron sobre el frío mármol, me toqué la cara, la sangre provenía de mí nariz.

-Hace calor aquí-me decía-Es el calor-.


La sangre no dejaba de fluir, abrí de nuevo la llave del grifo para lavarme, pero ya no había agua; luego, un escalofrío recorrió mí espalda, adrenalina pura me invadió de pies a cabeza, porque al mirar por el espejo me di cuenta de que no estaba sola, la criatura estaba justo detrás de mí; pero al darme la vuelta, nada, mi nariz seguía sangrando, nuevamente me miré al espejo, con horror vi su figura en él, imitando cada uno de mis movimientos.

Otra chica llegó a hacerme compañía, observé el espejo una vez más, pero no vi nada diferente a mí reflejo, mi nariz estaba bien y mi ropa limpia; mi actitud extraña provocó que la chica me mirara con desconfianza, y entonces decidí salir de ahí.






18

Cerca de las cinco treinta de la tarde regresé a casa.

Para variar, mis padres no estaban, subí a mí habitación, un baño caliente me vendría bien.


Mientras preparaba la ducha, una extraña voz comenzó a hacer eco en mí cabeza.

-Amara-decía la voz-Amara, juega; ven a jugar conmigo, te necesito, no puedo hacerlo sin ti. Ven conmigo, ya verás como todos tus problemas desaparecen, yo puedo hacerte sentir mejor Amara, no existen motivos suficientes para privarte de los placeres que yo puedo ofrecerte; el juego es la respuesta a tus problemas Amara, la única verdad absoluta-.

La voz insistía una y otra vez provocando mí curiosidad hacia aquel juego no oficial, aquel juego prohibido; después de algunos minutos, mí cuerpo y mente me exigían jugar, era como si mí vida dependiera de ello; acabé cediendo, extraje el cartucho de mí mochila, y lo introduje en la entrada del MANIAC; di inicio a la partida.

El juego resultaba ser una aventura de acción en primera persona, en la que una enorme ciudad virtual con intrincadas callejuelas era el escenario donde el jugador podía desplazarse libremente, abrir puertas, subir escaleras, golpear y tomar objetos punzocortantes, todo esto asumiendo el rol de un sujeto sin identidad, del que sólo se conocían sus manos desnudas, una especie de asesino serial que se dedicaba a repartir puñaladas a lo largo y ancho del juego, eliminando a todo aquello que se moviera, acumulando puntos por cada una de las víctimas y la cantidad de daño causado a las mismas, acrecentado así el nivel de violencia.

En el apartado gráfico, el juego era muy parecido a los Shooters “Rise of the Triad” y “TekWar”, con escenarios en tres dimensiones, y personajes interpretados por actores y actrices digitalizados.

Mis habilidades como jugadora habían mejorado considerablemente, y en poco tiempo superé los dos primeros niveles.

Al concluir el segundo, el sistema hizo aparecer en sus pantallas la palabra “Éxtasis”, y comenzó a emitir algunos impulsos eléctricos, pequeñas descargas, inofensivas en realidad; energía que viajó de la parte trasera del visor a la base de mí cráneo; podía sentirla corriendo por toda mi medula espinal, por cada una de mis vértebras,  distribuyéndose por todo mí sistema nervioso.

Era la primera vez que experimentaba tal sensación, me sentía eufórica, advertí cierta ingravidez, mi cuerpo había dejado de pesarme, todo a mí alrededor parecía un simple espejismo, era como un sueño, una ilusión.

Efectivamente, mis problemas habían pasado a segundo plano, habían dejado de existir, la vida misma me parecía todo, menos sufrimiento.

Transpiraba abundantemente, mi corazón latía con rapidez, mí estómago se contraía por la ansiedad, como si algo grande fuera a suceder, sinestesia genuina…formas y olores se entremezclaban, se volvían una sola unidad; volvía a vivir los mejores momentos de mi vida, y repetirlos si así lo quería.

Fui la pequeña niña de mamá y papá otra vez, no había prisas ni desacuerdos…

De pronto, tal como llegó, se fue; de golpe, todo volvió a ser como antes; yo no podía permitir que eso pasara; debía experimentar aquella sensación mágica de nuevo sin importar nada más.






19

Después de ducharme planeaba retomar el juego; me dirigí al baño, pero al intentar desvestirme noté que la ropa se constreñía a mi cuerpo,  tenía la impresión de que todo me apretaba, los zapatos, el pantalón, la blusa, todo, por más que intentaba quitarme la ropa, me era imposible. Me asfixiaba, como una víbora constrictora, como un enorme pulpo; las paredes se cerraban, la habitación se comprimía, me costaba trabajo respirar.

Estaba empapada en sudor, cuando casi asfixiada logré deshacerme de la última de mis prendas, entré en el cuarto de baño y me puse bajo la caída de agua fría; ocurrió entonces otro hecho insólito, claramente pude escuchar el sonido del picaporte de la puerta del baño, y el rechinido de esta al ser abierta, y lo que era peor, pude ver una enorme silueta entrando en ese espacio; quedé petrificada.

La figura se desplazó hacia mí, sólo la cortina me separaba de la identidad de mí acompañante, de un tirón apartó la barrera que se interponía, sólo para dejarme cara a cara con la estancia vacía.

A causa del terror, mis piernas flaquearon, apenas si eran capaces de mantener mi propio peso.

Instantes después, donde antes se encontraba la pared, ahora se abría una entrada que conducía a otra habitación; al mirar el interior, descubrí que en su centro se levantaba un gran artefacto, similar a un enorme monitor de computadora, un tablero de control, y 32 pantallas de menor tamaño; en el monitor principal apareció un grupo de letras que formaron las palabras “Demographic Eliminator - Universal System”, enseguida, un mundo virtual, en video de movimiento completo, hizo acto de presencia frente a mis atónitos ojos.

En él, se formó lo que a simple vista lucía como un mapa mundial, mientras esto sucedía, imágenes de diferentes lugares del planeta comenzaron a parecer en el resto de las pantallas; al acercarme al mando de control y ver las funciones de los diferentes botones, me di cuenta de que, literalmente, “el mundo era mío”; bastaba apretar un solo botón para generar una reacción en cadena, millones de personas se encontraba en mis manos, sus vidas me pertenecían, el poder era mío, sólo mío…

Atraída por la idea de ver el resultado de alguna de mis acciones, decidí probar en el tablero; al hacerlo, pude ver como en una de las pantallas aparecía la imagen de una niña meciéndose en un columpio, para después caer de él y golpearse fuertemente la cabeza, esto…me divirtió, no pude evitar reír, la acción me había parecido de lo más cómico.

Seguí experimentando con el resto de las funciones del tablero, mientras más avanzaba, mayor era el daño provocado a las personas; las cabezas rodaban, los cuerpos se desmembraban, había explosiones, prácticamente estallaban; jóvenes, hombres, mujeres y niños, ni los bebés tenían escapatoria, y yo…era incapaz de compartir su sufrimiento, para mí, todo se resumía a un momento de “sana diversión”, un pasatiempo, algo sumamente hilarante; todo me hacía reír, todo, cualquier cosa que veía o pensaba, no podía controlarme, y debo admitirlo, no lo deseaba…realmente lo disfrutaba, me producía placer, el cuerpo me exigía más, sólo quería más; y pronto, mí carcajada se transformó en un sonido más bien mecánico, un sonido que nada tenía que ver con lo humano…


Me vi de nuevo en el cuarto de baño, no podía creerlo, mi subconsciente había estado jugando conmigo una vez más; esto debía parar lo antes posible, ya no podía continuar así.






20

Decidida, busqué entre las herramientas de mí padre un recipiente con gasolina, tomé los fósforos de la cocina; salí de casa, y me dirigí al baldío de enfrente; ahí coloqué la portátil y el cartucho sobre el piso, los rocié con la gasolina, y después arrojé una cerilla encendida.


Cuando ambos terminaron de consumirse, me sentí aliviada.

-Ahora estaré bien-pensé.


Cruce la calle, vi que el auto de papá se encontraba en el garaje; habían vuelto, pero extrañamente, aunque ya había oscurecido, las luces de la casa seguían apagadas.

Abrí la puerta, todo era silencio, llamé a mis padres, pero nadie respondió, comencé a sentir miedo.


Escuché gritar a mamá en mi recámara; subí la escalera, un sudor frío escurría por mí frente, casi podía escuchar los latidos de mí corazón, no sabía lo que podía encontrar arriba, pero fuera lo que fuera tenía que enfrentarlo, era mamá quien estaba en peligro.

Al llegar hasta la habitación y abrir la puerta, nadie estaba ahí, o al menos eso parecía, porque el sistema de realidad virtual comenzó a emitir una brillante luz roja, en una especie de imagen holográfica, de él surgió mí madre pidiéndome auxilio; el tipo sin rostro la sujetaba con fuerza; ante mis ojos aterrados, la imagen se esfumó…


La impotencia, el coraje, la culpabilidad, todo se apoderó de mí, no sabía qué hacer, había perdido a mis padres, no pude resistir más, caí de rodillas.

-El final, ¡es el final de mi vida!-decía entre gritos y llanto.


-Ese es un buen comienzo-dijo una voz familiar.

Mis lágrimas distorsionaban la imagen que estaba frente a mí, pero pude reconocer el rostro, ¡era Virginia!


Debí sentir miedo por la  repentina aparición, sin embargo no fue así, adivinaba que ella estaba ahí por un motivo, sabía que tenía que escucharla.

-Es un buen comienzo-repitió Virginia-Depende de ti terminar-y después señaló el sistema virtual.

Comprendí a qué se refería, y tenía razón, yo había comenzado todo esto, dependía de mí darle salida, un final.

En ese momento descubrí que a pesar de mis arranques de rebeldía, amaba y necesitaba a mis padres mucho más de lo que aparentaba, y entonces me dispuse a arriesgarlo todo por recuperarlos.


La imagen de Virginia desapareció, dejando en su lugar una nota con un mensaje escrito, “Muerte”.

Una violenta sacudida me recorrió el cuerpo, pero sabiendo que el único camino para rescatar a mamá y papá era el sistema, me coloqué todo el equipo, presioné el botón de encendido, pero en esta ocasión, el aparato me sumergió en el peligroso e incierto mundo virtual.

Un dolor irresistible, provocado por la descarga eléctrica del aparato, casi me hace perder el sentido, el suelo dejó de estar bajo mis pies, ahora no había ingravidez sino atracción vertiginosa en caída libre, creí que moriría, un golpe seco al tocar fondo me hizo saber que continuaba con vida.


Había llegado a un lugar desconocido, el cuerpo entero me dolía, después, comencé a tiritar de pies a cabeza, sentía mucho frío, no podía moverme, no podía ver, me costaba trabajo respirar, lo que experimenté sólo puedo compararlo con lo que debe ser la experiencia traumática del nacimiento; con razón el ser humano prefiere no guardar recuerdos nítidos de él.






21

Cuando al fin pude incorporarme, me di cuenta de que estaba en una especie de antigua  zona industrial, un sitio abandonado, sucio, el viento ululaba entre las construcciones, llevando basura de un lugar a otro. Comenzaba a oscurecer, el cielo amenazaba con dejar caer una incontrolable tormenta.


Estaba aterrada, pero la vida de mis padres corría peligro; sobreponiéndome comencé a recorre las oscuras instalaciones, sin perder detalle a mi alrededor, no estaba segura de cuándo o dónde podía atacar el enemigo, el latir de mi corazón estaba al máximo.

El lugar verdaderamente era escalofriante, el vapor de las tuberías impedía ver lo que se encontraba detrás, así que prefería mantenerme alejada de ellas, bordeaba las charcas de aguas negras, temiendo que el ruido pudiera delatarme, el humo verdoso que salía de las alcantarillas era pestilente, y quemaba mi garganta.

Algo cayó a mis espaldas, al voltear me di cuenta de que se trataba de él, la criatura sin rostro; por instantes me quedé paralizada; el ente caminaba hacia mí, a cada paso estremecía la tierra; estando yo desarmada sabía que enfrentarlo sería una mala decisión, tuve que huir.

Mí desesperada carrera me condujo hasta la puerta de uno de los edificios, demasiado pesada para abrirla; entonces descubrí un viejo conducto de ventilación, quité la reja que lo cubría, y me introduje en él; el lugar era estrecho, claustrofóbico, maloliente, de sus paredes fluía una sustancia que definitivamente no era agua; constantemente me veía obligada a arrastrarme, la oscuridad me rodeaba, no estaba segura de a dónde iba; me encontraba al borde de la demencia.

La fetidez era insoportable, tuve que contener la respiración por largos trechos, me alerté al percibir un sonido que hacía eco en las paredes del conducto, descubrí con horror que se movían por todos lados cuerpos de poco tamaño, con uñas y cola, pero sin pelo, eran como una aberrante mezcla de ratas topo y roedores de alcantarilla.
Varias de ellas habían trepado sobre mí, me arañaban la espalda, me roían el pantalón y los zapatos haciéndome daño, eran muchas, a los pocos segundos cientos de ellas venían en mi dirección.

Con desesperación traté de quitármelas de encima, estaba sangrando y las malditas no paraban de morderme, pero yo no iba a retroceder, intenté avanzar un poco más, no tenía idea de cuál era el camino correcto, estaba perdida en el laberinto de aguas negras.

Una luz escasamente perceptible a lo lejos fue mi salvación, había llegado al final del conducto, me vi forzada a lanzarme a una gran pila de aguas residuales algunos metros abajo, nadé hasta la orilla, estaba muy lastimada y exhausta…pero viva.


Al sentir el golpe de una descarga eléctrica  en uno de mis hombros, supe que había sido descubierta; busqué resguardo en un conjunto de tuberías oxidadas, presionando la herida que empezaba a sangrar abundantemente; desde mi parapeto, pude ver al tipo de negro subir por una escalera; olvidando el dolor que invadía todo mi cuerpo, me dispuse a seguirle, estaba convencida de que él me llevaría al sitio donde se encontraban mis padres.


Llegué a la azotea del viejo edificio sin aliento, perdí de vista a la criatura, pero en su lugar encontré a mis padres, inconscientes, atados de pies y manos a un par de potros de madera, un afilado péndulo descendía sobre ellos a la altura de su corazón, con enormes esfuerzos pude bloquear la mortal oscilación.

Quitaba las ataduras a mis padres, cuando el maldito sujeto me lanzó contra un gran contenedor, lastimando aún más mi hombro, me levanté y tomé un trozo de tubo, esperé a tenerlo cerca, lo golpee hasta casi desfallecer, pero él ni se movió, fácilmente pudo eliminarme, pero estaba claro que jugaba conmigo, porque se conformó con hacer pedazos un gran vidrio con mi cuerpo. 

Yacía sobre el suelo en medio de fragmentos de cristal, la criatura se encontraba a muchos metros más allá pero en cada trozo de vidrio veía su imagen, mis movimientos eran igual a los de su reflejo…horrorizada descubrí que el reflejo era mío, pero no lucía como yo, no mi ser físico, era como ver la proyección de mí esencia…era yo…todo ese tiempo había sido yo…

El monstruo vivía a través de mí, amaba a mis padres, quería que estuvieran a salvo, entonces recordé el último mensaje de Virginia, “Muerte”; entendí que si mi mente le había dado existencia, su final también estaba ahí.

Cerré los ojos, y simplemente dejé de pensar en las cosas que recordaba y me hacían daño, en ese momento sentí que caía...y caía…mí descenso parecía no tener fin.






22

Al sentir que mi maltratado cuerpo impactaba contra el suelo abrí los ojos, estaba empapada en sudor; para mi sorpresa reconocí el lugar, el reloj de mi buró marcaba las siete de la mañana, me di cuenta que había dormido vestida.

Me levanté de un salto, revisé un calendario que tenía a la mano, la fecha era correcta, domingo 18 de octubre de 1998; sin embargo, con desconcierto y temor recorrí detenidamente la habitación, el MANIAC…no estaba, de hecho, jamás había estado ahí, nada de eso había ocurrido después de todo, al menos no fuera de mí cabeza, me sentí aliviada, todo había sido un mal sueño.

Pero el disgusto con mis padres había sido real.

-Esta vez fuimos demasiado lejos-pensé-Esta discusión sí que me afectó, y seguro que a ellos también…pero aún estoy aquí, aún podemos ser una familia-me alenté con entusiasmo.

Más que encantada, puse algo de orden a mi habitación; después bajé a la cocina y preparé  el desayuno, huevo con tocino, y jugo de naranja, lo recuerdo muy bien; fui al dormitorio de mis padres, llamé a la puerta, y les dije:

-¡Hora del desayuno para tres, en un feliz domingo por la mañana en casa!-.

Regresé al comedor, y esperé a que llegaran.


Cuando bajaron, no pudieron evitar  mirarme con extrañeza, y no era para menos.

Antes de la degustación, me disculpé por la conducta que había mostrado el día anterior, aceptaba que tenía un serio problema con los videojuegos, pero estaba en la mayor disposición para solucionarlo; pero también les hice notar que mí relación con ellos ya no era como antes, y eso me preocupaba; quería que todo comenzara de nuevo, que creyeran en mí como yo en ellos, que fueran mis padres de nuevo, y que yo con gusto sería su hija.

Sin pronunciar palabra alguna, mamá se acercó a mí, tomó mi mano, besó mi mejilla, y después me dio un fuerte abrazo, como cuando era muy niña. Mi padre se unió al gesto poniendo sus manos sobre mis hombros; podía ver el brillo en los ojos de ambos, la sinceridad de sus semblantes me hizo saber que aquel día, celebramos en nuestra familia el más importante de los tratados.






EPÍLOGO

Esa es mi historia, como dije, ocurrió hace años, pero todo se encuentra nítido en mí memoria como si lo viviera a cada instante; desde entonces, todo cambió; nos dimos tiempo para pensar en los errores que estábamos cometiendo, y con un poco de trabajo en equipo, en un lapso relativamente corto, más allá de los lazos sanguíneos que nos unían, volvimos a ser una verdadera familia.


Y hoy, mientras escribo estas líneas, me complace informar que durante varios años he dedicado mi vida a trabajar con algunas de las más importantes firmas de videojuegos, en América y Asia.

He conseguido la independencia creativa y económica, y ahora me encuentro al frente de mí propia licencia. Y lo que es mejor, hacemos un total de 140 mentes creativas orquestando la empresa, entre Ingenieros en Programación y Electrónica, Diseñadores  Gráficos, Artistas y Compositores Musicales.

No en pocas ocasiones, el compromiso con lo que hacemos lleva a algunos de nosotros, a trabajar hasta la madrugada sólo acompañados de la Luna.

Pero aunque la pasión sea mucha, los talleres sabatinos que impartimos son de acuerdo a una bitácora de guardias, porque “Lúcidos razonamos mejor”, era la frase favorita de mí abuelo, y que ahora he adoptado para mí equipo.

Al área de trabajo que acondicioné para los cursos, vienen niños de entre cinco y catorce años. Para formar parte de nuestro mundo sólo necesitan presentar un promedio escolar sobresaliente, pienso que al talento se le debe cultivar desde la infancia.

Sería egoísta no mencionar el apoyo de los jóvenes que realizan sus prácticas profesionales o el servicio social con nosotros, porque su colaboración es de valor incalculable. 

Las cosas van bien hasta ahora, porque simultaneo al tipo de géneros que tanto gustan al público joven, nuestro equipo también se encuentra trabajando en proyectos que incursionan en otros ámbitos, por ejemplo, los juegos de video como un apoyo en las terapias de rehabilitación médica, o como un exponente y propulsor de la creación artística, y la programación de simuladores virtuales donde se estimulan y fomentan las relaciones y comportamientos humanos en edades muy tempranas.

Además, en este momento, mi equipo y yo nos encontramos a la mitad del desarrollo de nuestra propia consola, el sueño de toda mi vida.

Por eso he pedido a mis padres su colaboración en ésta nueva empresa; no tardarán en llegar, y cuando lo hagan, estoy segura de que nos divertiremos mucho.


FIN DE “ABSTRACCIÓN BINARIA”


ABSTRACCIÓN BINARIA, 2008. Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot.


Abstracción Binaria - Parte 3/4 (Novela Corta)



Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot
Presentan


ABSTRACCIÓN BINARIA
Tercera Parte




Historia: Alan Espinosa M. / Laura Mascot

Ilustración: Laura Mascot






12

El miércoles por la tarde, 24 horas después del funeral de Virginia, tuve uno de aquellos espacios reflexivos de gran angustia personal.

Para ahuyentar mi sentir, me puse a deambular por el lugar rara vez frecuentado por mí de nuestra hermosa casa, el desván. Buscaba desesperadamente una distracción, pero lo único que logré, fue toparme con un mueble en cuyos espacios estaban cuatro de mis muñecas preferidas, varios peluches, y una pelota azul, ya sin aíre.

Se dejaron venir como en avalancha todos los recuerdos, extrañé como nunca las risas y bromas de papá, los besos y abrazos de mamá, nunca la casa me había parecido tan vacía, de pronto se revelaba ante mí una de las verdades más grandes que existen, “Tener una casa, no significa tener un hogar”.


Esa misma tarde decidí encerrar en cajas de cartón aquellos juguetes, creyendo absurdamente que así los recuerdos no me dañarían más…


El teléfono de la sala comenzó a llamar con insistencia, descendí la escalera sin prisa, estaba demasiado triste para correr, después del quinto tono de llamada levanté el auricular, una vez más el hombre del que sólo conocía la voz se dejó escuchar.

-Es un mundo cruel-dijo el hombre.
-¿Cómo dice?-pregunté.
-Pero más crueles hemos sido nosotros-.
-No le entiendo, deme su nombre por favor-.
-Era tan obvio, tan lógico, ¿cómo no pudimos verlo?-.
-¿De qué habla?, ¿a qué se refiere?, señor, me está asustando-.
-Y ahora es tarde, ¡Virginia, Virginia, nuestra pobre niña!-dijo el hombre rompiendo en llanto.

No sabía qué contestar o qué pensar, yo en realidad no conocía a Virginia, y a pesar de eso al recordar el día que la tuve frente a mí, se me oprimía el corazón, y a mis ojos también llegaron las lágrimas; no hubo más palabras, segundos después el hombre simplemente cortó la llamada.

Necesitaba hablar con alguien sobre todo lo que me estaba ocurriendo, era urgente.

Abandoné el sofá, ya había empezado a oscurecer, me dirigí al interruptor de la sala  para encender la luz, el eco de mis propios pasos me recordó que como siempre… estaba sola en casa…

-¡Mamaaaaá…papaaaaá!, ¿por qué no están cuando los necesito?-grité en una extraña mezcla de enojo y tristeza.

Me apoyé en la pared, mis manos resbalaron lentamente sobre ella, al quedar acuclillada simplemente me eché a llorar amargamente.

Así transcurrieron varios minutos, poco a poco me fui calmando, y todo quedó en silencio; después, me sorprendí al escuchar a mi propia voz decir:

-¡De acuerdo, a mí tampoco me importan!-.

Me puse de pie, y fui en busca de la videoconsola  portátil que Fantasy Hanna dejara en mí mochila, creyendo ahuyentar mí tristeza, y distraer la molesta jaqueca que había iniciado.

Extraje un par de baterías de uno de los relojes de la casa y las coloqué en el aparato.

-No podrías estar presente en mejor momento-dije a la máquina.

El juego incluido en la portátil era un puzle, en blanco y negro, en el que se manipulaban una serie de figuras creadas por pequeños puntos; a grandes rasgos, el modo de juego era muy parecido al clásico “Tetris”, con la diferencia de que las piezas o figuras caían hacia el centro de la pantalla desde los cuatro lados de la misma, y no sólo de arriba hacia abajo cómo en el videojuego soviético.

Irónicamente, pese a la sencillez del juego, no fui tan hábil como imaginaba, y en poco tiempo el mensaje “Game Over” apareció en pantalla, lo intenté dos veces más, pero el resultado fue el mismo, el dolor de cabeza se intensificó.

-Por hoy ya fue suficiente,  quizá no es buena idea subestimar a los viejos adversarios-me dije sarcástica.

Aquella noche, me fui más temprano que de costumbre a la cama en un infantil intento por escapar de mi realidad.  






13

El viernes, a las seis de la tarde para ser exactos, después de pasar a la biblioteca, y solicitar dos libros de computación, llegué al parador, guardé los libros en la mochila, y extraje mí “nuevo” sistema portátil, pensando en armar las piezas del rompecabezas aquél.

En eso estaba cuando dos mujeres se detuvieron cerca del parador.

Yo no aparté mis ojos de la pantalla del videojuego, sin embargo, no pude evitar escuchar su conversación.

Una de ellas le hablaba a la otra de lo orgullosa que se encontraba de su pequeña hija, su buen comportamiento y sus calificaciones eran excelentes, había decidido recompensarle con algunos obsequios que pudieran motivarle a continuar con esa actitud.

-Las cosas en casa marchan muy bien, cuando nuestra hija nació, decidimos de común acuerdo con mi esposo que estaría dedicada de tiempo completo a mí familia; un niño necesita de muchos cuidados y amor. El trabajo de mi esposo ha permitido que vivamos sin presiones económicas, hemos procurado que en casa se respire ese ambiente de afecto y tranquilidad que desea y necesita cualquier persona-decía con entusiasmo la joven mujer que llevaba los obsequios, mientras la otra le sonreía con aprobación; la confianza que se percibía entre ellas denotaba que eran viejas amigas.

-Me alegra que todo vaya bien-dijo la otra con sinceridad-Agradezco el café,  y la invitación a las compras especiales, te llamo luego-.

Segundos después se despidieron.


Yo por mi parte, vi aparecer un letrero de “Game Over” en el centro de la pantalla del juego que sostenía en mis manos. Llevé el sistema de vuelta a mí mochila, mi espera se prolongaba.

-Poco tráfico-comentó la mujer, con la intención de ser amigable.
-Sí-contesté ásperamente, me puse de pie, y simplemente me alejé.


No había recorrido diez metros, cuando una inquietante sensación helada pareció atravesar todo mí cuerpo.

Giré la cabeza de vuelta en dirección al parador que había dejado hacia un momento, la mujer aún se encontraba cerca de él,  tranquilamente se acomodaba los paquetes de las compras realizadas; un envoltorio de confitería, gomitas de dulce en forma de frutillas, un estuche con pinceles, y pintura de gran variedad de colores, además un libro de cuentos infantiles.

De pronto, mí pulso se aceleró, y mis pupilas se dilataron al máximo porque como salido de la nada, un “ser” materializó su cuerpo al tiempo que caminaba hacia la mujer del parador; era de gran estatura, al menos dos metros, particularmente bizarro, su piel de una coloración anormal, blanquizca, como si jamás se hubiera expuesto a los rayos del Sol, sus movimientos eran perfectos, llenos de seguridad, determinación.

Su torso desnudo mostraba músculos impresionantes, vestía un pantalón de látex negro, botas y guantes electrónicos; todas las partes del equipo se encontraban conectadas a la parte posterior de su cabeza; no obstante, la característica más importante, era que la criatura no tenía rostro.

Mí reacción inmediata fue echarme a correr, pero quedé paralizada, una extraña fuerza me lo impidió, obligándome a ser  testigo de lo que vendría a continuación.

El ente extrajo de entre su escasa ropa un arma de fuego, se acercó a la mujer, quien  no percibió su presencia, porque continuaba con su importante labor; fue hasta que la criatura puso el cañón del arma en su frente cuando se percató.

El sujeto con frialdad jaló del gatillo; la última mirada de la mujer fue de total desconcierto, los objetos de las compras cayeron al suelo empapados en sangre, mientras ella se desplomaba dejando escapar el último de los paquetes a los que segundos antes se aferraba.


Quedé petrificada, no sabía cómo reaccionar, el terror se apoderó de mí cuerpo; la adrenalina me corrió vertiginosamente, gruesas gotas de sudor se deslizaron por mi frente y sienes; simultáneamente escuché a mi espalda la voz amable de una mujer llamando a su hija, y la risa cristalina y feliz de la niña; instintivamente volví la mirada pero no había nadie, después la risa se torno en un triste llanto.

Confundida busqué inútilmente el lugar de dónde provenía, mi mirada se dirigió nuevamente al parador, descubrí que la mujer y la criatura habían desaparecido sin dejar el menor rastro.

Cuando al fin pude reaccionar, vacilante regresé al parador, con la mirada continué buscando a mí alrededor a aquellos dos individuos, pero sólo vi un sitio vacío.

-Parece que necesitas tranquilizarte un poco-me dije-Tú cabeza comienza a dar vueltas más de lo normal; lo que menos necesitas es perder un tornillo o dos, tú familia no requiere de una lunática, eso puedo asegurártelo-.
-Tú qué sabes, esto ha sido demasiado real para ignorarlo-me respondí-¿No viste al tipo de negro?, era un asesino-.
-Tal vez, ¿o tal vez no?-.
-¿Lo dudas?, le disparó en la cabeza a la mujer-.
-Eso es lo que tú crees, tus ojos pueden engañarte-.
-Alguien más estuvo aquí-.
-Permíteme recordarte que no nos encontramos frente a ningún cadáver, y lo que es más importante, no existe el menor rastro de sangre sobre el pavimento; será mejor que vuelvas a casa amiga mía; relájate, lo que no te mata, no tiene porque hacerte daño-.

Sacudí la cabeza tratando de ordenar mis pensamientos, sin embargo, entre el barullo de ideas por extraño que parezca, recordé el promocional que me había dado Hanna el martes por la tarde, lo leí una vez más e hice un interesante hallazgo, el establecimiento pertenecía a las mujeres que me habían vendido el otro sistema, el nombre del lugar sin duda era bastante peculiar, “Crazy Games”.






14

Invertí parte de la mañana de aquél sábado, 24 de octubre, convenciéndome de que no estaba perdiendo la razón, era sólo que la carga emocional que tenía a cuestas estaba pesando demasiado, necesitaba tomar las cosas con menos seriedad; así que desempolvando mi equipo de pintura, estuve esforzándome por darle forma a una composición donde aparecíamos papá, mamá y yo, disfrutando de una excelente parrillada en nuestro jardín.

Sin embargo, lejos de ayudar, la actividad comenzó a incomodarme, me parecía difícil, sin razón; mis manos no parecía actuar de acuerdo a mis pensamientos, los trazos eran terribles, por más que me esforzaba no lograba conseguir un buen dibujo. Y así, hoja tras hoja, quebré una y otra vez la punta del lápiz con el que trabajaba, y al igual que el lápiz, se fue quebrando mí ánimo.


Ese mismo día hice una visita a Crazy Games, el lugar estaba ubicado en el sótano del  área del estacionamiento de un centro comercial.

Justo cuando llegué, cerca del acceso principal del local, encontré a las chicas que me habían vendido el aparato dañado; discutían sobre algún asunto referente al establecimiento, entonces supuse que las rubias de cabello rizado no eran sólo empleadas.

Decidí esperar un poco antes de acercarme a ellas, lo que menos quería era interrumpirlas; tal vez, de alguna forma, ambas me hacían olvidar mis experiencias nada envidiables, porque más que un altercado, sus diferencias parecían el extracto de una película de Oliver Hardy y Stan Laurel.

Por lo que alcancé a escuchar, el motivo de su particular controversia era la desaparición de la publicidad que habían mandado imprimir recientemente. Al ver que su discusión no parecía tener fin, me vi obligada a llamar su atención.

Reclamé que el aparato que tanto me habían promocionado, y por el cual pagué con los ahorros de toda mi vida, no respondía a la señal de encendido, y que además había ganado una fuerte reprimenda de mis padres.

En casos así es poco común que los vendedores se muestren tan respetuosos al escuchar la queja del comprador, pero por lo visto tuve  suerte, pues fui atendida con amabilidad y cortesía por aquellos singulares personajes, quienes por cierto resultaron ser hermanas; una un poco mayor en edad, ambas de complexión delgada pero la más grande un poco menos que la otra.

-Pero no estás enojada ¿cierto?-preguntó la más grande-Soy Luisa, ella es María-.
-¿A ti cómo te llaman?-preguntó la otra.
-Me llamo Amara-contesté.
-¿Cómo lo haces?, enséñame-intervino Luisa.
-¿Hacer qué?-contesté.
-Llamarte a ti misma, y acudir al llamado-.
-Luisa no empieces-interrumpió María.
-Ya, ya-.
-¿Dijiste Amara, verdad?-interrogó María.
-Sí-respondí.
-Nombre interesante… ¿No has pensado en cambiártelo?-agregó Luisa, y me sonrió.

Después de algunos minutos, tenía la sensación de conocer a aquellas dos de toda la vida.

Empecé a  sentirme relajada, en realidad bastante tranquila. 

Con gesto afable Luisa y María insistieron en que no debía preocuparme.

-La vida es para disfrutarla, sólo necesitas saberla vivir, no existe razón poderosa para desperdiciarla con preocupaciones-dijo Luisa.
-“Vida es vida”-agregó María, y e inmediatamente retomaron el asunto por el cual yo estaba ahí.

La garantía del aparato cubría ese tipo de imprevistos. Después de las respectivas aclaraciones, aproveché la ocasión para mostrarles la consola portátil y el cartucho que habían sido puestos en mí mochila, me interesaba esclarecer algunas dudas.

Luisa tomó el cartucho, María la consola, examinaron detenidamente los objetos, intercambiaron impresiones y llegaron a la conclusión de que se trataba de material “No Oficial”.

-¿No oficial?, ¿eso qué significa?-pregunté con curiosidad.
-Es simple-contestó Luisa-Los juegos no oficiales son aquellos lanzados por una empresa X, para un sistema determinado, sin que la firma responsable de dicho sistema autorice su lanzamiento y distribución-.
-En algunas ocasiones la marca autorizada ni siquiera es consciente de la existencia de estos juegos; pues su introducción en el mercado se hace de forma ilegal, a espaldas de las leyes de restricción-agregó María.
-Efectivamente-dijo Luisa-Si estamos en lo correcto, podemos asegurarte que no sería la primera vez que ocurre algo parecido; ¿Recuerdas los de principios de ésta década para cierta consola de 8 bits?-preguntó Luisa a María.
-¿Te refieres a los de contenido “Erótico” producidos por Panesian?-.
-Qué por cierto, no son nada comparado con lo que se puede encontrar ahora, ¿conoces otros?-cuestionó Luisa nuevamente.
-Mmmmm….bueno, mi memoria dice que los juegos de temática religiosa de la compañía Wisdom Tree-.
-Cierto, muy cierto, ese es un buen ejemplo de juegos no autorizados-asintió Luisa enfáticamente.
-¿Y la consola?-pregunté yo.
-Va por una línea similar-mencionó María-Parece un sistema fabricado por alguna compañía extranjera de “dudosa calidad”-.
-Y lo decimos sin intensión de ofender-concluyó Luisa haciendo un guiño.


Lo que Luisa y María no pudieron descubrir fue la marca responsable de la producción del material analizado, pues carecían de un nombre y un sello comercial.

-En el caso del cartucho, correspondiendo a un sistema tan nuevo, es un poco difícil saber a qué tipo de compañía pertenece su fabricación-comentó Luisa.

Revisaron una vez más el juego con detenimiento, intercambiaron miradas, fue María la que rompió el silencio.

-Espera aquí, no te vayas-me dijo María, y se dirigieron a la parte trasera del establecimiento con el cartucho, el MANIAC, y la portátil.






15

Las chicas tardaban demasiado, así que decidí recorrer el amplio lugar; encontré todo tipo de videojuegos clásicos. Tan impresionante colección, hacía lucir la mía como la de una simple aficionada; los 32 con los que yo contaba no se comparaban ni de broma a los 4096 que aproximadamente calculé, y de la mayoría de los cuales desconocía su existencia, además, sobre las paredes descubrí que pendían anuncios de juegos específicos, era un deleite encontrarme en ese sitio.

En uno de los rincones había unas máquinas de arcadia, entre ellas el juego estereográfico “Time Traveler”, el original “Donkey Kong” de 1981, el juego de plataformas “I, Robot”, y el Shoot’em up “Centipede”; mi curiosidad me invitó a  probar este último, después de todo, no había mejor forma de pasar el tiempo ahí; me sorprendí gratamente al descubrir que la máquina funcionaba a la perfección, tal parecía que los años no habían pasado por ella.

A pesar de la gran sencillez de los gráficos y el sonido, el juego me resultaba bastante atractivo; al poco tiempo, Luisa y María regresaron con todo mi equipo y un libro.

-Hicimos los ajustes adecuados a tu consola, ten por seguro que no te dará más problemas, en Crazy Games el cliente es primero-dijo María.
-Pensamos que esto puede serte de utilidad-comentó Luisa, ofreciéndome el libro.
-Es un libro de programación básica, puede ayudarte a crear videojuegos con base en palabras-.
-¿Qué hay de lo demás?- pregunté.
-Después de un “exhaustivo” análisis, no vemos ninguna razón para que no los conserves-comentó Luisa.
-Exacto-dijo María-Quién sabe, con un poco de suerte puede volverse de colección, este mundo es un lugar raro-.
-¿Qué rumbo llevas?, es la hora de nuestro refrigerio, ¿quieres venir?-me preguntó Luisa.

No teniendo nada mejor que hacer, accedí, y las tres abandonamos el establecimiento.


En uno de los pasillos del centro comercial, un hombre sobre un improvisado escenario habló de la siguiente forma.

-Buenas tardes, llegó el momento que todos estaban esperando, es tiempo de la diversión, de la “Hora Feliz”-.

La Hora Feliz, espacio durante el día en que las personas podían demostrar sus habilidades “artísticas” sobre el escenario.

Luisa y María intercambiaron un par de miradas por unos instantes, después María extrajo de su mochila un disco compacto.

En realidad no entraba en mis planes regresar temprano a casa, así que ésta oportunidad me pareció un buen pretexto para no hacerlo.

Nos dirigimos al lugar donde se encontraba el anunciador, y la pareja de hermanas  le pidió que reprodujera la primera pista de su CD.

Una melodía comenzó a sonar, era un ritmo contagioso, una canción bastante apropiada para ese par de hermanas amantes de los videojuegos, “Pac-Man Fever”.

Debo reconocerlo, no lo hacían nada mal, sabían cómo llevar apropiadamente el ritmo; pronto llamaron la atención de las personas. Es más, me invitaron a subir al escenario, propuesta que no rechacé, pues existía algo en aquella pareja que me hacía sentir muy bien.

Cuando la melodía llegó a su fin, los aplausos no se hicieron esperar, bajamos del escenario, Luisa y María me agradecieron la colaboración con una de sus  encantadoras sonrisas, pero la situación no terminó ahí, por si fuera poco, la singular pareja me invitó a comer a un lugar que yo conocía muy bien, Happy Pizza, las cosas marchaban mejor de lo que yo esperaba.

-¿De qué sabor quieres la pizza?-me preguntó Luisa.
-No estoy segura; ¿qué sabor les gusta a ustedes?-.
-Nosotras comemos de todos los sabores y colores, aquí son buenos en el oficio-comentó María-Pero en éste caso, tú eres nuestra invitada, lo correcto es que elijas-.
-En efecto-agregó Luisa-¿Cuál es tú preferida?-.
-Al pastor-contesté.
-Perfecto-dijo finalmente Luisa, para después dirigirse a la empleada-Una pizza familiar al pastor, refresco, y tres órdenes de “bolitas” de papa con queso-.

-Justo lo que necesito-pensé.






16

Después de ordenar, nos dirigimos al área de mesas, la clientela era poca, así que María tuvo la oportunidad de elegir la que más le agradó.

-Debe ser la mejor ubicada, la de mejor vista-decía alegremente.

-¿Así que los juegos fueron  puestos en tú mochila a propósito?-preguntó Luisa.
-Ignoro las verdaderas intenciones-comenté-Sólo tengo claro que ahora, de alguna forma…soy responsable de ellos-.
-Hecho extraño-agregó María.
-No más extraño que la historia del “Polybius”-dijo Luisa.
-¿Po…lybius?, ¿Qué es eso?- pregunté.
-No le hagas caso-intervino María-Es sólo una broma-.
-¿Broma?, el Polybius no es una broma-indicó en tono serio Luisa.
-Por favor, ¿Arcades que inducen al suicidio?, ¿quién ha escuchado hablar de semejantes pen…sansamientos?-.
-Yo no-respondí.
-Lo ves-dijo Luisa-Es nuestro deber, qué digo nuestro deber, nuestra obligación ponerla al tanto de los hechos, para evitar futuros momentos desagradables-.
-¿Será?-interrogó María.
-Por supuesto, las videojugadoras debemos permanecer siempre unidas-.
-No se diga más, me acabas de dejar fuera de combate-.


Una vez que estuvieron de acuerdo, Luisa y María hablaron de la siguiente manera.

-Lo que estamos a punto de contarte, es información confidencial-dijo Luisa.
-¿Confidencial?-preguntó María-No creo que algo que circula públicamente en internet sea muy confidencial, además, no pasa de ser una “leyenda urbana”-.
-Pues leyenda y todo, pero ha tenido sus repercusiones; y está por demás decirlo, pero el mundo de los videojuegos no ha vuelto a ser el mismo desde entonces; además, todas las leyendas tiene algo de verídico-.
-Bueno, en eso tienes toda la razón-.


La pareja de hermanas inició su peculiar narración, una especie de drama juvenil, con tientes fantásticos; y debo admitirlo, sabían darle mucho “sabor” a lo que contaban, la forma en que se alternaban la narrativa la hacía aún más interesante, le daba el toque adecuado.

-La historia va más o menos así-dijo María-Era el final de la primavera de 1981, en los días en que los chicos y jóvenes pasaban sus fines de semana en los salones de máquinas recreativas jugando, sanamente, títulos tan entretenidos y adictivos como Pac-Man, Asteroids, Space Invaders, Galaxian, entre otros tantos de los que ahora llamamos clásicos, o cariñosamente “viejitos, pero bonitos”-.

Luisa intervino entusiasmada:

-Créelo o no, pero en esa época era algo realmente impresionante ver un mundo o espacio “no físico” en el que tú podías interactuar con sólo apretar un botón o mover una palanca. Para nosotras, la analogía es la siguiente, en el cine y la televisión tú sólo eres el espectador de una historia previamente hecha, puedes verla una y otra vez, y siempre será la misma, pasarán las mismas cosas, y no hay nada que puedas hacer para cambiarlas, pero en un juego de video, cada partida es diferente, única e irrepetible, algunas buenas y otras no tanto, pero siempre únicas; quizás suene exagerado, pero es lo más parecido a una segunda vida; así que como podrás imaginar, una propuesta como esa, hace casi veinte años, era algo como para alucinar-.

-Pero volviendo a nuestra historia-dijo María-Cierta mañana, en la ciudad de Pórtland, estado de Oregon, en los Estados Unidos de Norteamérica, un grupo de hombres a bordo de un pequeño camión habían estado muy ocupados desde temprano, convenciendo a los dueños de algunos salones recreativos para que incluyeran en su catálogo el prototipo de una nueva cabina de juego llamada “Polybius”; o “Mad Poly”, como la conocemos ciertos usuarios en círculos especializados-.

-La idea, como es de suponer-intervino Luisa-Era dejar el prototipo en manos del público por algunos días, con la finalidad de ver y registrar la aceptación e impacto del mismo entre quienes frecuentaban aquellos lugares, y si el viento soplaba a su favor, tal vez, iniciar posteriormente la producción a gran escala pero…. nadie podía imaginar lo que vendría después…-.

Tragué el trozo de pizza que tenía en la boca, y sin parpadear la miré expectante, María continuó:

-Las características físicas de la máquina varían un poco de acuerdo a la fuente que te proporcione la versión de ésta historia, pero la mayoría coincide al describirla, como un típico Arcade de la época, en color negro, ya sabes, con una resistente base de madera para soportar el peso de la consola-.

-Y las patadas, y manotazos de los jugadores iracundos, no lo olvides-agregó Luisa, poniéndose de pié simulando el hecho.
-¡No interrumpas!-le dijo María, y continúo la descripción-Un monitor analógico, y un tablero de mando compuesto sólo por una palanca y un botón, todo enmarcado en un atractivo diseño “futurista” de bordes redondeados; ¡oh!, sí, y con el extraño nombre del juego ubicado en uno de sus costados-.

-Por otra parte-intervino Luisa-Se ha dicho que el sistema de juego era muy parecido al del clásico shooter “Tempest”, un juego de disparos con perspectiva de primera persona, basado en gráficos vectoriales multicolores, en el que el jugador mueve su área de ataque alrededor de un escenario fijo que asemeja un túnel, con la finalidad de derribar a los enemigos que vienen hacia él o ella; con la pequeña diferencia de que en Polybius, era el escenario el que giraba alrededor del jugador, y según parece con brillantes efectos lumínicos, y extraños fondos en movimiento incluidos; en otras palabras, toda una fantasía “Psicotrónica”…-.

Ya para estas alturas del relato yo estaba más que alucinada con la historia.

-El asunto es-continúo María-Que en el transcurso del día la cabina poco a poco empezó a llamar la atención de los jóvenes clientes, quienes probaban sus habilidades enfrentando al nuevo “adversario” recién llegado a la ciudad, que por cierto, resultaba más difícil de vencer que lo esperado. Es justo en este punto donde la leyenda da un extraño giro-.
-Como los de la pantalla de ese Arcade-intervino Luisa.
-Sí-confirmó María-Después de haber jugado, algunos usuarios comenzaron a presentar malestares como nauseas, mareos, dolores de cabeza, e incluso vómito, síntomas atribuidos principalmente a la fuerte radiación de los colores y gráficos puestos en pantalla-.

-En casos un poco más extremos-continuó Luisa-otras personas creen haber visto rostros distorsionados al desenfocar la mirada y escuchar mensajes “subliminales”, como voces pidiendo auxilio y gritos de dolor entre los efectos sonoros del juego, o incluso sentir la imperiosa necesidad de causarse daño físico; pero todas esas declaraciones se dieron a conocer hasta mucho tiempo después-.

-Por último-dijo María-Está el hecho de que, según otros testimonios, la exposición al juego generaba la pérdida temporal de la memoria, provocando que ciertos jugadores no fueran capaces de recordar cómo habían vuelto a casa, o ni siquiera acordarse de que habían probado suerte con el mencionado Arcade.

-Aunado a esta encantadora historia, tenemos el informe de que un equipo de personas llevó un registro exacto de todo lo que pasó alrededor del aparato-.

-Fue el día posterior al estreno de Polybius, cuando una perturbadora noticia estremeció los salones recreativos; una adolescente había muerto; las circunstancias no están del todo claras, las historias a veces rozan lo inverosímil, pero la hipótesis más aceptada es que fue víctima de un ataque epiléptico, justo después de haber estado en contacto con la máquina-.

-Es de suponer que fueron los propios dueños de las salas recreativas quienes pidieron que las máquinas fueran retiradas de sus establecimientos, temerosos de que el incidente volviera a repetirse, que fueran involucrados en alguna cuestión legal, o en algo peor, si es que nos vamos por la versión más fantástica-dijo Luisa.

-Lo último de lo que se tiene noticia, es que las cabinas fueron a parar al mismo camión que las había distribuido la mañana del día anterior; lo demás son meras conjeturas-concluyó María.


El alimento, el ambiente, la charla, todos los elementos del universo estaban confabulados en mí beneficio; fue una verdadera pena la despedida.

La pareja de hermanas una vez más agradeció mí “servicio social”, y ambas me ofrecieron su amistad.

-Regresa pronto-dijeron al unísono.
-Sin duda-contesté yo, y en seguida se perdieron entre la multitud.


FIN DE LA TERCERA PARTE


ABSTRACCIÓN BINARIA, 2008. Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot.


Abstracción Binaria - Parte 2/4 (Novela Corta)



Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot
Presentan


ABSTRACCIÓN BINARIA
Segunda Parte





Historia: Alan Espinosa M. / Laura Mascot

Ilustración: Laura Mascot






05

Por fortuna, el modo despertador del televisor se activó muy temprano, era domingo, seguramente había olvidado desactivarlo la noche anterior, qué más daba, no tenía ninguna intención de permanecer en la cama.

Aún no salía el Sol cuando comencé a prepararme; resentida por la conversación del día anterior, tomé la mochila, mis ahorros, y salí de casa sin  avisar..

Llegué hasta el parador, no había mucha actividad en la calle, pronto apareció un transporte, lo abordé, y una hora después descendí en un tianguis dominical, el más frecuentado por mi y el más extenso de la ciudad; mi objetivo como todos los fines de semana era encontrar nuevos juegos, figuras de acción, posters y revistas que tuvieran relación con estos.

La visita me llevó algunas horas.

-El Sol está soberbio-comentó un hombre.

-¡El calor está bien perro!-dijo otro.

Sea cual fuere la expresión que utilizaran, yo estaba de acuerdo, pues el calor aquel día era verdaderamente insoportable, se dejaba sentir con tal fuerza que la piel me empezó a arder, lo asombroso era que a pesar del insufrible calor, la gente iba y venía, emanaba de todas partes sin llevar un rumbo fijo. Sin importar posición o clase social el sudor y sus olores se mezclaban entre sí, hombres y mujeres formaban parte de todo y nada, un verdadero espectáculo de contorsiones, empujones, insultos, y mercado negro…

“Un rugido de león”, pero proveniente de mí estomago, me hizo saber que era la hora del almuerzo, y me recordó que había olvidado comer y merendar el día anterior; fiel a mí edad me dirigí a la tienda más cercana a una cuadra de uno de los límites del tianguis; pedí galletas, frituras y un jugo envasado.

Me disponía a salir de la tienda, cuando descubrí una máquina de arcadia; la cual me atrajo como imán a un metal, al acercarme hice un magnífico hallazgo, con gran satisfacción me di cuenta que pertenecía al juego de plataformas “Karnov”. Esto me venía como anillo al dedo, así que, utilizando todo el dinero que me había sobrado por la compra de mí original refrigerio, puse en marcha el juego.

No tardé en quedar fuera de la partida, pues aunque era muy hábil en los juegos caseros, los de monedas representaban un reto diferente, el control me resultaba un poco incómodo, no obstante, la simple idea de haber encontrado ésta maravilla me motivó a seguir adelante.

Acabé en poco tiempo con las monedas fraccionarias de cincuenta centavos que me habían sobrado, así que cambié algunos pesos, por más de aquellas pequeñas monedas que significaban el pasé para continuar la diversión, cosa que  no me sirvió de mucho, pues nuevamente quedé fuera de combate, sin embargo, me divertí, así que el “Game Over” no me afectó.

-En fin, ya será para la próxima-pensé, y salí del lugar para regresar al tianguis y continuar la valiosa búsqueda.


Estaba en la esquina esperando la luz roja del semáforo, cuando dos sujetos aparentemente comunes se acercaron a un vehículo estacionado a escasos metros de donde yo me encontraba, deduje que no eran sus propietarios cuando uno de ellos sacó un gancho, y con el forzó la puerta del lado del conductor, mientras que el otro a través de su celular se comunicaba con alguien más; el tipo del gancho se dirigió a la cajuela, y esta corrió la misma suerte que la puerta, de ella extrajo un pequeño cilindro de gas y un desarmador, y con el mismo, comenzó a destornillar el radio del coche.

Sin despegar el teléfono de su oreja, el hombre del celular se metió al automóvil y levantó la tapa que cubre las bocinas en el asiento trasero, segundos después algo le dijo al que estaba ocupado con el radio porque en ese momento este prácticamente lo arrancó, y salieron a todo correr.

El robo había ocurrido en el cruce de dos importantes avenidas en las que por supuesto el tráfico siempre era fluido, además de la multitud que cotidianamente caminaba  por la zona, y me sorprendió ver que nadie haya intervenido, pero creo que fue porque sintieron lo mismo que yo…miedo…

Mi razonamiento me llevó a pensar que estaba siendo juez y parte del mercado negro del tianguis dominical, pero igual ingresé nuevamente a la multitud.






06

Ya confundida entre la muchedumbre, alguien tiró de la manga de mi blusa.

-¡Amara!-dijo la voz.

Al darme vuelta, me encontré con una niña de aproximadamente ocho años de edad; llevaba un vestido blanco como el que las bisabuelas llamaban canesú, unas graciosas zapatillas del mismo color de su vestido, era delgada, piel morena clara, pelo castaño, largo y bien cuidado, ojos negros de mirar apacible, sonrisa tierna; aquel rostro me pareció familiar, pero a pesar de mis intentos no fui capaz de ubicarlo.

-¡Hola Amara!, que alegría encontrarte, ha pasado mucho tiempo-me dijo con voz infantil y sin dejar de mirarme ni sonreír.

Considerando que tal vez me confundía, y con tan poco ánimo por hacer nuevas amistades esa mañana, me porté fría; la diferencia que había tenido con mis padres, y encima, el haber sido testigo mudo de un robo, me hacían sentir perturbada, sin embargo, la niña siguió insistiendo en que nos conocíamos.

-Soy Virginia, ¿no me reconoces?-comentó.
-No-dije cortante.
-¿No me recuerdas?, si todo el tiempo estuvimos juntas, compartiendo momentos especiales; somos las mejores amigas-.

Mientras que yo la miraba incrédula, la niña no paraba de hablar.

-Bueno…seguro que recuerdas tú exposición individual de pintura, o el taller de computación en la Biblioteca Pública; qué dices de los cursos de verano en el Museo de Historia Natural, o cuando íbamos a la Unidad Deportiva con tus padres…-.

Yo seguía extrañada, y ella tratando de convencerme.

-Recuerdas cuando nos llevaban a las exposiciones y conferencias del Planetario; o los  festejos del mejor promedio al término de cada ciclo escolar. ¡Qué felices días!, ¡cuánto disfrutábamos!, ¿cómo podrías haber olvidado todas esas cosas Amara?-.

Tuve la sensación de que sus palabras estaban desnudando mi alma, herían las fibras  más sensibles, removiendo recuerdos que lastimaban.

La miré con gesto agrio, y una mueca de enojo se dibujo en mí boca. Enseguida su semblante cambió.

-No entiendo por qué, pero creo que en realidad me has olvidado-dijo con pesar-Tal vez fue a partir del premio sorpresa que recibiste aquella tarde-agregó con desaliento.

Su mirada me decía que esperaba que le dijera:

-Virginia, claro que te recuerdo, alguien tan importante para mí, cómo olvidarlo-.

Sin embargo, no sabía que contestar; Virginia con infinita tristeza me miró unos segundos más, después inclinó la cabeza, y se dio vuelta perdiéndose entre el gentío.

Instintivamente miré mi reloj de pulso, eran las dos de la tarde.

-Qué encuentro más extraño-pensé.

Empezaba a sentirme realmente aturdida; automáticamente busqué a la niña entre la multitud, o a quienes pudieran estarla guiando a que me jugara aquella  pesada broma, pero nada…

-¿Quién la trajo aquí?, debo tener el doble de su edad, es imposible que me haya acompañado a todos esos lugares que nombró, ¿quién le ha hablado tanto de mi?, es mi vida, no tenían derecho-me dije molesta, y un sentimiento de inseguridad y miedo se apoderaron de mí.

Echando mano de todo mi coraje murmuré:

-Virginia, no sé quién seas y no me importa, broma o no, espero no volver a verte, yo vine aquí por un motivo importante, y no a perder el tiempo por ti-.

En ese momento sentí dentro una especie de vacío y una profunda tristeza, pero sacudiendo la cabeza, me confundí como Virginia entre la gente.






07

Ya para las tres de la tarde, decepcionada por no haber encontrado algo que fuera enteramente satisfactorio, decidí buscar en una de las calles que usualmente no me interesaban.


Iba un poco distraída aún, cuando dos jóvenes mujeres se acercaron.

Eran de tez blanca, cabellera rubia y rizada; sus rostros llamaban la atención por la cantidad de pecas que tenían; su vestuario estaba compuesto por leotardos de manga larga en color beige, jeans y tenis rojos; querían venderme un nuevo sistema de video, y eso fue suficiente para que volviera a "la realidad".

Me aseguraban tener en sus manos lo más sorprendente y avanzado en tecnología virtual, una consola que revolucionaría para siempre la industria de los juegos caseros, MANIAC.

El conjunto estaba compuesto por un visor con audífonos integrados, un par de guantes, un chaleco con función vibradora, y dos sensores para los pies, todo en color negro a excepción de los guantes cuyas palmas eran grises; por si fuera poco, el precio y garantía que prometían eran sumamente tentadores; además, en la compra del sistema recibiría, absolutamente gratis, el juego “Hard-War”, un shooter en primera persona con dos héroes seleccionables, un robot de color azul, el masculino, y uno de color rojo, el femenino.

Demasiado pronto cerramos el trato, y convencida por el discurso maravilloso, salpicado con su divertido buen humor, accedí a proporcionarles todo el dinero que llevaba en ese momento.






08

Cuando regresé a casa, cerca de las cinco y treinta de la tarde, mis padres me recibieron como merecía, sobre todo porque había salido sin avisar, y no me había reportado ninguna vez; como era de esperarse, discutimos una vez más, pero en ésta ocasión, el mensaje de mí padre fue más que contundente:

-¡Sabes qué, haz lo que quieras, es tú vida!-.


Mis padres salieron de casa, y al quedar sola me puse a pensar seriamente en lo que estaba ocurriendo; una parte de mí estaba totalmente de acuerdo con los argumentos que me daban, pero por otro lado, algo se encargaba de convencerme de que era yo quien tenía la razón, y ellos por su parte eran incapaces de comprenderlo, eran unos necios, por no entender lo mucho que los videojuegos significaban para mí.

Entre este colapso de ideas, fui directo a mí habitación, ahí, consciente de que mis padres tardarían en volver, decidí probar mí nueva adquisición, lo único que quería en ese momento era olvidar todos mis problemas, y el extraño encuentro de aquel día.


Las instrucciones eran fáciles de seguir, en un par de minutos el sistema estaba listo para ser puesto en uso. Lo conecté a la corriente eléctrica, me puse el chaleco, los guantes, los sensores para los pies, el visor, y presioné el botón de encendido.

El sistema… ¡no respondió!...me quité el visor y revisé que todo hubiera sido conectado en el lugar correspondiente; con enfado descubrí que era la máquina la que no funcionaba, sin duda las “rubias simpáticas” no habían encontrado a alguien más imbécil que yo…

Di un fuerte golpe al aparato, me sentía impotente, enfurecida conmigo misma, ¡cómo había podido ser tan estúpida!, estaba en banca rota, y dueña de una máquina que no servía.

Me recosté sobre la cama, cerré los ojos, y algunas lágrimas rodaron por mis mejillas…






09

Al fin llegó el lunes.

Asistí a la escuela por costumbre, con absoluta ausencia de la magnífica actitud y entusiasmo que antaño me caracterizaran; extrañamente, aquel lunes 19 de octubre mis padres se encontraban a la hora de la comida en casa, acontecimiento que lejos de parecerme genial me molestaba, porque mi padre casi no me dirigía la palabra, mi madre intentando hacer menos frío y tenso el ambiente, era quien se mostraba un poco más comprensiva conmigo, pero mi mal humor no cambiaba.

Después de la comida, mientras mí padre veía un noticiero, me enteré que esa noche transmitirían un documental enfocado a la evolución de los juegos de video; eso reforzó un poco mí ánimo, y me hizo sentir menos miserable.

-¡Qué gran oportunidad!-pensé.

Hacía tiempo que quería ver algo parecido, no debía perdérmelo por ningún motivo.


La hora tan esperada al fin llegó, preparé unas palomitas, me serví refresco con suficientes cubos de hielo, me saqué los zapatos, prácticamente salté al sofá, y sintonicé el canal adecuado, ¡el programa había comenzado!

No bien terminaban los créditos iniciales cuando el teléfono me sobresaltó; levanté el receptor esperando que no fuera demasiada prolongada la interrupción, la voz de un hombre se dejó escuchar al otro lado de la línea, dándome un mensaje que me heló la sangre, Virginia había muerto a las dos de la tarde del día anterior; decidieron comunicarme tan sorpresiva noticia porque mí número telefónico estaba anotado en su diario, acompañado de la leyenda “Número telefónico de Amara, mí mejor y única amiga”.

El mensaje me dejó sin habla; hasta ese día ninguna película o novela de terror me habían causado tanto impacto, después de que aquel hombre me informó la ubicación donde se llevaría a cabo el funeral, cortó sin darme tiempo a reaccionar y preguntar quién era, o si se trataba de una broma de mal gusto. A los pocos segundos de colgar experimenté por segunda vez la rara sensación de vacío, acompañada de profunda tristeza, ¿qué me estaba sucediendo?...

Mis ideas se volvieron confusas; a las dos de la tarde del día anterior, Virginia estaba conmigo; había algo más, por mucho que me esforcé, no pude ubicar dónde y cuándo la había conocido, era menor que yo y conocía a la perfección lo vivido en mi infancia, además me esperaban en su funeral como su mejor amiga; lo más inesperado era que sentía la necesidad por asistir, era como si tuviera el compromiso de estar presente, como si aquella desconocida niña hubiera formado realmente parte importante en mi vida…


Eran ya pocas las ocasiones en que charlaba con mamá o papá, discutíamos a menudo; debo reconocer que fui yo quien un día tomó la determinación de no buscarlos más, pensando que ya no los necesitaba, estaban fuera de mí mundo definitivamente, siempre tan ocupados, que podía importarles lo que hiciera o dejara de hacer…pero que triste me sentía cuando pensaba en que ellos tampoco aportaban mucho, no se esforzaban por compartir tiempo conmigo. Según mi perspectiva, como padres tenían uno de los hábitos más nefastos, hacerme sentir que sólo se enteraban de mí existencia cuando hacía algo indebido.

Sin embargo, era tal mí desasosiego con aquella llamada, que tuve que pedirles me acompañaran al día siguiente al funeral de Virginia.

-Familiar cercano de una compañera de escuela-expliqué sin profundizar en detalles.

Que caso tenía relatarles extrañas historias, si ni yo mima entendía lo que estaba pasando; así que sólo me limité a informarles la hora y el lugar.






10

Al día siguiente, estuvimos presentes en el funeral de Virginia.

Insólitamente al observar a nuestro alrededor, me percaté de que éramos las únicas personas ahí.

Mientras bajaban aquel blanco y pequeño ataúd a su recinto definitivo, una parvada de aves negras sobrevolaron el lugar, y de pronto, un viento intenso que llegó de no sé dónde, sacudió con fuerza las ramas de los árboles cercanos a nosotros, provocando que, al impedir que se me cayeran las flores y la tarjeta para Virginia, soltara una pequeña cartera que me acompañaba desde niña, y que al abrirse, me permitió ver perfectamente la fotografía que guardaba donde aparecíamos muy felices mis padres y yo, en un centro de diversiones, cuando era pequeña.

El ataúd tocó fondo produciendo un particular sonido, fue en ese momento que la extraña tristeza que venía experimentando por fin llegó a su límite; enormes lágrimas distorsionaron mi visión, y después rodaron por mis mejillas.

Fueron mis propios sollozos los que rompieron el silencio de aquel lugar. Papá y mamá no se explicaban mi reacción, sin embargo, tuvieron gran acierto al alejarme del sitio, porque en verdad sentía ¡que mí alma se desgarraba!...






11

Abandonamos el cementerio.

Ni mamá ni papá cuestionaron nada, quizá consideraron que no era oportuno, a decir verdad, los tres viajábamos en silencio.


Ya más tranquila, pedí a mis padres que me dejaran en  el centro comercial. Ambos intercambiaron miradas, y casi al mismo tiempo me preguntaron si estaba segura; yo respondí afirmativamente.

-Sólo necesito distraerme unas horas-agregué-Estaré bien, lo prometo-.


A los pocos minutos, papá detuvo el coche cerca del acceso principal del estacionamiento, y me preguntó si quería que regresara más tarde por mí; me negué, asegurando que no había problema, y que volvería a casa en cuanto estuviera lista, si algo se ofrecía les llamaría; de cualquier manera, sabía muy bien que estarían ocupados el resto de la tarde como siempre.

-También de esto debo salir sola-pensé con resignación.

Bajé del auto y me despedí, los vi alejarse, no pude evitar experimentar cierta ansiedad, dudando de si había tomado la decisión adecuada, fue tan abrupto todo lo que se había desarrollado hacía menos de una hora; desgraciadamente mí memoria archivó cada segundo de lo ocurrido, podía escuchar nítidamente mi llanto desgarrador; al recordar el momento, mi corazón se aceleraba… ¿tristeza?, ¿temor?, no lo sabía…

De lo único que estaba segura, era que todas aquellas extrañas actitudes en mí debían frenar por mí propio bien; era verdaderamente una gran locura. De manera que haciendo un enorme esfuerzo para que el pasado se quedara en el lugar que le correspondía, me concentré en el momento, y me dirigí hacia la gran tienda, crucé el estacionamiento; tuve la impresión de que alguien me observaba con insistencia; busqué con los ojos pero nadie estaba ahí, era extraño.

Ignorando la idea de ser vigilada, atravesé el sitio con la mayor tranquilidad posible, a pesar de que durante mí trayecto, una sombra eclipsó los rayos del Sol, acompañándome hasta la entrada; fue muy raro porque en el cielo no había una sola nube. 

Me detuve un momento a pensar si lo habría imaginado, pues estaba demasiado aturdida aún.

-Debe ser a consecuencia de la última experiencia. Tranquila Amara, todo está bien ahora-me dije, respiré profundo, y  traté de enfocar toda mi atención en la cartelera  del cine.


Había películas de toda clase y género, pero la que más llamó mi atención fue una de corte “Cyberpunk”.

Tomé mi lugar en la fila de la taquilla, pero cuando llegó mi turno, me topé con la sorpresa de que la película estaba clasificada para mayores de 18 años, un detalle en el que no había reparado.

Desilusionada me senté en una banca cercana, desde ahí pude apreciar como ingresaban uno a uno a la sala de proyección.

-Qué estoy haciendo aquí, será mejor que regrese a casa-mascullé.

Entonces, una vez más sentí que alguien me vigilaba, no obstante, al revisar a mí alrededor me di cuenta que, a pesar de la multitud, nadie tenía puesta la mirada en mí.


Pasados algunos minutos, una mujer salida de no sé dónde se acercó, tenía un aspecto, digamos…poco común; utilizaba un walkman, vestía ropa casual, pero su cabello púrpura hacía juego con el color de  sus ojos, de piel muy blanca, sin gota de maquillaje, complexión extremadamente delgada, una figura casi quebradiza, y una espontánea y amplia sonrisa; expresión que permitía admirar unos dientes perfectos, blancos como perlas; con una fugaz observación, pude advertir que a la altura de su pecho llevaba un gafete que la identificaba como Fantasy Hanna.

-Interesante nombre-especulé.

La mujer me entregó un papel, e inmediatamente continuó su camino. Di un rápido vistazo al promocional; sorpresivamente, descubrí que mí mochila había desaparecido.

Busqué en el entorno, rápidamente identifiqué a la mujer de la sonrisa de perlas con mi mochila al hombro entre la gente; caminaba con paso rápido y seguro; le seguí de inmediato, de hecho corrí para darle alcance, pero lo único que logré fue que hiciera lo mismo hacía la parte trasera del centro comercial, lugar poco concurrido.

Al llegar yo al exterior, nada, como si se hubiera esfumado en el aire, sin embargo, mí mochila estaba abandonada a pocos pasos del lugar donde detuve mí loca carrera.

Revisé que todo su contenido estuviera en orden. Para mí sorpresa la mujer no tocó nada; al contrario, dejó un cartucho y un sistema portátil dentro.

Examiné a mí alrededor intentando ubicar a Fantasy Hanna; y después tomé tan peculiares objetos.

La consola de mano era de un diseño muy básico; pantalla, cruz direccional, un botón de acción, uno de apagado y encendido, espacio para dos baterías, y según pude concluir por la carencia de ranuras o puertos, con el juego ya integrado en la máquina.

El cartucho no era muy diferente a otros que conociera, verdaderamente, no era algo del otro mundo, lo insólito era que parecía ser compatible con el sistema que había adquirido recientemente, ¿sería alguna estrategia publicitaria?


FIN DE LA SEGUNDA PARTE


ABSTRACCIÓN BINARIA, 2008. Estudio Kyneema / Asociación Espinosa-Mascot.